"Hay gente, Ana, que es increíble, y la mujer de este paciente es de esas personas". Me van a permitir que no ofrezca demasiados detalles personales de la protagonista de este artículo. Apareció en mi vida cuando aún dirigía Los Desayunos en TVE. Me hacía llegar cartas increíbles escritas en mitad de la noche en las pausas que su trabajo como médica de urgencias le permitía. Había días en los que la dureza de la vida de sus pacientes aparecía entre sus letras. Otros días volcaba en el papel pensamientos sobre su profesión o simplemente opinaba sobre el trabajo que hacíamos en TVE. Decía que éramos su ventana a la realidad.

Todo parecía más amable a esa hora. Todo era más fácil y más digerible si la noche había sido complicada. La protagonista de este artículo ha seguido presente en mi vida a través de sus cartas después de mis madrugones y sus noches de guardia. Durante meses y meses siguió conectándome con la realidad de muchos pacientes que sufren, lloran, se abrazan, tiemblan buscando respuestas. La realidad de muchos familiares que ya no pueden llorar, que ya no tiemblan y que ya solo se abrazan cuando les explican lo que está pasando. Todas las cartas siempre tenían un hilo común: la sensibilidad de quien las escribe al referirse a sus pacientes,a los que trata con respeto y de manera individual, asumiendo sus dudas, fortalezas y debilidades.

Esta semana ha vuelto a aparecer. "Hay gente, Ana, que es increíble...", dice la protagonista de este artículo.Es oncóloga. Pero sobre todo tiene un sentido humanístico de su profesión que te permite creer en el ser humano. Esta vez tiene un buen costurón en el alma por uno de sus pacientes. Porque tiene muchos, pero sus historias le afectan. Compone su día a día con buenas y malas noticias, pero esta vez han pesado más estas últimas. No sabe si podrá despedirse. De nuevo. La protagonista de este artículo cuenta cosas que deberían ser portada de los medios de comunicación y, sin embargo, se quita mérito preguntando por el trabajo que hacemos en El Objetivo. Termino la última carta (por correo electrónico) y me quedo pensando cómo se cose una herida como la que tiene para poder seguir haciendo lo que hace. Cómo te levantas después de haberlo intentando todo y no haber podido hallar un camino. Cómo se hace para continuar después de tener clavada la mirada de aquel paciente. Ella lo hace. Y yo espero la siguiente carta para seguir aprendiendo.Periodista