Sobre la condena de un año de cárcel para Casandra, la tuitera que publicó chistes sobre la muerte de Carrero Blanco: me parece excesivo. Yo creo que el tribunal habría hecho más bien a la sociedad condenándola a tratamiento psiquiátrico y a servicios a la comunidad. No por los chistes de Carrero, no. Por todos los demás. Quiero decir, que a Casandra hay que entenderla en su conjunto. Su único afán en esa plaza pública que es Twitter es destacar a base de ofender a todo lo que se menea. A los creyentes católicos, a los familiares del citado Carrero Blanco, a los niños pequeños, a los que corren en San Fermín… Es digno de estudio que una persona que vomita semejante odio contra la sociedad en general, así, indiscriminadamente, piense que por condenarla a un año de cárcel (que no cumplirá) y convertirla en heroína de la libertad de expresión (madre mía) puede haber sido perjudicada en algo. Si lo aprovechas bien, Casandra, hija mía, de aquí puedes salir convertida en famosa. Una especie de Risto Mejide tuitero. Igual te hacen sitio en alguna lista electoral, o te ofrecen colaborar en algún programa de televisión. Como Aída Nizar, aunque te falta maquillaje y te sobra cara de buena chica. Y en medio de esta polvareda mediática, la pregunta más certera se la hizo a Casandra hace unos días el gran periodista Carlos Alsina: ¿Tiene usted tendencia a desear la muerte a quien no piensa como usted? Y ahí le dio. Por eso digo lo de un terapeuta. Porque eso no es motivo de cárcel, creo yo. Es motivo de hacérselo mirar.

*Periodista