La campaña electoral, me flagelo, girará en torno a la unidad de España. Hay otros temas, muchos y trascendentes, pero los candidatos parecen coincidir en fajarse y votar por la conservación o escisión del solar patrio.

Pero, ¿realmente está en peligro la unidad de España? ¿Sería ese riesgo inminente? ¿De verdad podríamos ver en pocos años cómo se desgaja Cataluña y se convierte en un país independiente?

No lo creo.

No, por tres razones (entre otras muchas): porque la Constitución española no lo permite; porque un 90% de ciudadanos españoles no lo autoriza; y porque la experiencia del País Vasco, mucho más traumática, selló el fracaso de este tipo de intentonas.

¿Seguirá habiendo conflictividad en Cataluña? Sin ninguna duda, como durante muchos años siguió habiéndola en el País Vasco. ¿Cómo resolverla, qué hacer? La respuesta es muy sencilla: cada uno debe abordar su trabajo.

Los partidos constitucionalistas, por su parte, permaneciendo vigilantes para que se respete la Carta Magna. Las fuerzas del orden, vigilando los derechos de unos y otros. Los tribunales, sentenciando aquellos comportamientos irrespetuosos que infrinjan la ley. Los independentistas, tratando respetuosamente de convencer al resto de sus teorías, sin presiones ni amenazas... Mientras tanto, la autonomía catalana debería funcionar con normalidad, exactamente igual que las restantes, cosa que no sucede ahora.

Para que todos los catalanes dispongan de una administración seria a su servicio es imprescindible que desde la Generalitat se gobierne con criterios de eficacia y visión de futuro, y que el president Torra, si pretende ser respetado por el conjunto de los españoles, ejerza como representante de todos sus paisanos, y no sólo de los que le votan o jalean cuando se calza la barretina.

Hay, decía, otros muchos temas de campaña, el paro, los salarios, el narcotráfico, la posición de España en la nueva política internacional, con China como potencia emergente, la situación en Venezuela y tantos asuntos externos e internos, pero Cataluña va a copar los debates.

Un error.

Y un aburrimiento.