El fútbol italiano de los años sesenta popularizó el catenaccio. Una táctica que respetaba las reglas; era, por tanto, legal y legítima, pero denostada por los que tenían el más mínimo gusto por la pelota. Reconociéndose inferior e incapaz, el equipo que lo practicaba encomendaba sus opciones de victoria a cerrarse sobre sí mismo, anulando lo mejor del rival aun matando el espíritu del juego.

De la misma manera parece enfocar el PP la práctica política al designar a Rafael Hernando como su portavoz en el Congreso. Nulo en oratoria, pero bronco y ofensivo en sus modos, hace unos días ha sido condenado a pagar 20.000 euros por vulnerar el honor de UPD. Y hace algo más, llamó "pijo ácrata" al juez Pedraz y tuvo que ser separado físicamente cuando intentó pegar a Rubalcaba. Es decir, un palmarés de campeonato.

La tardanza en ser nombrado para ocupar el puesto dejado por el ahora ministro Alfonso Alonso invita a deducir que tras el bloque monolítico y defensivo del que presumen los populares no hay en realidad tanta unanimidad (que le pregunten a la choferesa Esperanza Aguirre) ni tampoco talento joven al que promocionar. Pero también parece evidente que tras su elección se esconde la consigna de embarrar el campo parlamentario.

En el fondo, la del PP es una estrategia que va más allá de recortar en lo social, privatizar la democracia o reducir el concepto libertad al de libertad de comerciar, como califica Ignacio Ramonet a la economía global. En la pizarra de Rajoy figuran una ley mordaza que amenaza con inusual celeridad judicial a las mareas e iniciativas ciudadanas; ajustes de cuentas como los que hay detrás del IVA cultural contra los artistas del No a la guerra; o iniciativas grises como la de Cristina Cifuentes, que quiere permitir el libre acceso policial a los recintos universitarios (donde nació Podemos), ¡40 años después!.

Con el PSOE en claro fuera de juego de la socialdemocracia, el llamado centro político se estrecha por su derecha al tiempo que por la otra banda explota una propuesta directa y clara que conecta con el público. Quizá el futuro pase, como ocurrió con el fútbol, por dar la espalda al cerrojazo y buscar nuevos espacios. Periodista