El género de la novela negra es muy técnico, de ahí que no todos los autores lo practiquen, sino más bien una minoría especializada. A los lectores asimismo especializados en el género, cada vez más numerosos, les gustan los experimentos, pero hasta cierto punto. Como norma, la mayoría suele preferir una trama canónica, un argumento bien trabado que les haga disfrutar, aunque sin cerrarse en banda, ni mucho menos, a nuevas vanguardias, propuestas o tendencias con renovadora intención.

Uno de los autores que ciertamente ha logrado ampliar el horizonte de la novela negra contemporánea es el irlandés John Connolly. Su serie basada en los casos —y van ya más de una docena—, del detective Charlie Parker acaba de verse enriquecida con una nueva entrega: La mujer del bosque.

En sus páginas, Parker vuelve a enfrentarse a un caso en el que la realidad pronto comienza a deformarse como las enrevesadas conciencias de sus protagonistas. Es ésa una de las virtudes de Connolly, la de avanzar sinuosamente, con retrocesos y saltos en el tiempo, hacia el origen y el desenlace de la trama, en una doble dirección que, lejos de refrenar el tráfico de palabras y episodios, aporta viveza, laberinto y riqueza.

Parker, el antihéroe, no es perfecto, ni siquiera eventualmente modélico. Su rol, desde el momento en que su mujer y su hija fueron asesinadas, desde el instante en que abrió la puerta de su casa y encontró sus cadáveres, oscilará en adelante como una bombilla en péndulo iluminando las penumbras de un cuarto oscuro, entre la lucidez y el dolor. El bien y el mal serán relativos.

Los bosques de Maine, en Norteamérica, acompañan como eficaces escenarios la nueva aventura de este detective singular, enigmático y conmovedor, en estrecho contacto con la realidad, pero igualmente cercano a lo sobrenatural.

La mujer del bosque que da título a la historia aparecerá en primavera, cuando las tormentas aceleren el deshielo. Un árbol caerá bajo el rayo y entre sus raíces aparecerá… Pero adéntrense en este inquietante bosque de palabras y en las emociones de Charlie Parker cuando coge el teléfono y el que le llama está muerto…