Antonio Machado escribió un hermoso verso que bien podría ser una imagen de España: Polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga, hermosa y literaria manera de reflejar al exiliado que va en busca de «ganarse el pan» donde sea y como sea.

Desde fines del siglo XI, cuando aún vivía y era «señor de moros, judíos y cristianos», dueño de Valencia y guerrero invencible, Rodrigo Díaz de Vivar se ha convertido en el paradigma del héroe. Incomprendido, honrado y valiente, el Cid es ejemplo de quien mantiene su honor y su orgullo (esto ya no se lleva). Su historia está llena de hitos extraordinarios que han cautivado la imaginación de generaciones, atraídas por el caballero dispuesto a hacer frente con valor a cualquier contingencia.

A comienzos del siglo XIII un poeta genial llamado Per Abat compiló varias historias y leyendas de Rodrigo y redactó el Poema del Cid, un cantar de gesta plagado de asombrosas aventuras, intensas emociones y prodigiosas hazañas. Los versos de Per Abat convirtieron a un señor feudal, guerrero de frontera, mercenario y conquistador en un héroe de epopeya. Fue tal su magnetismo y su carisma que todos han querido aprovecharse de su imagen y de su legado. Los monarcas medievales hispanos, los Reyes Católicos, Carlos I, los republicanos de la Segunda, Francisco Franco o José María Aznar -sin ánimo de establecer odiosas comparaciones, que conste- se apropiaron en alguna ocasión de la figura del Campeador, se proclamaron continuadores de su herencia y lo presentaron como ejemplo de los «buenos y verdaderos españoles». Pero, claro, cada uno ofrecía una imagen parcial e interesada del Cid: la que les convenía.

921 años después de su muerte, el recuerdo del caballero de Vivar sigue vivo en su viaje eterno por la historia. Permitan que recuerde una frase del final de la novela que escribí sobre el Cid: Juglares, trovadores y cronistas cantan por ciudades, villas, aldeas y castillos las hazañas del Cid y ensalzan su figura; algunos inventan cosas que jamás ocurrieron y otros describen al Campeador de manera muy distinta a como realmente era. Al principio me gustaba corregirlos de sus errores, pero por fin he preferido dejar que las cosas discurran como la gente quiere imaginarlas.

España es un país (una nación, un país de naciones, una nación de naciones, un Estado, un reino, una república fallida, o vaya usted a saber) donde muchos construyen su propio imaginario excluyente, sin intentar comprender otros puntos de vista. No han entendido el mensaje cidiano. No.