Es Carlos Gurpegui, amén de un lujo, uno de esos intelectuales formados, forjados al viejo estilo. A golpe de desordenadas lecturas, que luego van misteriosamente ordenándose, a golpe de sala oscura y conferencia, a golpe de escribir libros. Ha escrito ya alrededor de una docena. Y, ahora, uno más. El penúltimo.

Se titula Cine por Primera Vez , e incluye una serie de jugosas entrevistas con nueve directores españoles de primera fila: José Luis Borau, Fernando Trueba, José Luis Cuerda, Gonzalo Suárez, Agustín Díaz Yanes, Ventura Pons, Víctor García León, Achero Mañas y Antonio Mercero.

Gurpegui, siempre a la búsqueda de nuevas conexiones y argumentos, los ha ido entrevistando a lo largo de los últimos tiempos. Los ha sentado, uno por uno, y los ha ido conduciendo por los recovecos de la creación y de las técnicas cinematográficas, desde sus principios hasta la elaboración de las obras, de las películas, que los han dado a conocer, y hecho célebres, en algunos casos. El material seleccionado por el autor es variopinto y plural, y valioso.

Fíjense, si no, en la siguiente definición de José Luis Cuerda sobre el oficio de director de cine: "Dirigir es determinar al cien por cien los estímulos que va a percibir el espectador cuando esté sentado en la sala. El gobierno de los sonidos y de las imágenes se ejerce por activa y por pasiva".

Cuerda, maestro y mentor de Amenábar, tuvo que levantarlo un día, en broma, de su silla de director, que ahora su joven discípulo ocupa con todos los honores. En sus clases, Amenábar oía cosas cómo éstas: "Lo primero y fundamental es leer mucho, no que hagáis películas. Aconsejo que que en primer lugar se cuenten las películas por escrito, porque si uno es incapaz de manejar la sintaxis, será imposible que luego aprenda la gramática visual, que es mucho más complicada que la literaria".

Sobre el oficio de guionista, que también se recoge en el texto, por su intrínseca unión con el desafío de dirigir, Gurpegui acumula opiniones de Borau y de Díaz Yanes. Para el director aragonés supone un verdadero tormento desprenderse de los guiones, pues siempre los anda retocando, cambiando cosas, diálogos, aquí y allá.

Los guiones de Borau nunca son fáciles de rodar, y por eso suelen tener dificultades a la hora de encontrar productor; de ahí que Borau se haya producido a sí mismo en distintas ocasiones. Por su parte, Díaz Yanes apunta que los guiones, a fin de que funcionen mecánicamente, deben ser precisos y ágiles, muy distintos a una novela. Exactamente, lo contrario de una novela. Y aquí hay que recordar los sufrimientos hollywoodenses de tantos genios narrativos, Scott Fitzgerald, Faulkner, el propio Chandler, que parecía guionizar sus novelas policíacas.

Sobre la insatisfacción del autor, Gurpegui deja que Achero Mañas nos confiese sus ambivalentes reacciones frente a sus propias películas. "Hay días que viendo El Bola me querría asesinar; otros, en cambio, me encanta".

Un texto, en definitiva, rico y distinto, en el que se analiza la cocina de la creación, con sus desnudos ingredientes.

*Escritor y periodista