Si lo que está pasando en estos momentos en Grecia asusta a los gobiernos y a las bolsas europeas es porque esos poderes temen que una victoria electoral de los radicales griegos dé alas a los movimientos que en distintos países europeos aspiran a lo mismo que ellos. O sea, a romper las reglas del juego en que se basa el euro. Una rebeldía griega sería controlable. Pero si la ultraderecha francesa y Podemos se sumaran, entre otros, al empeño, la situación podría quedar fuera de control.

Syriza puede ganar en Grecia. O no. Y, luego, su gobierno puede ir a por todas o moderarse bastante más de lo que hoy se cree posible. Nada es seguro. Habrá que esperar y ver qué ocurre.

SI LA PRUDENCIA se impone a la hora de las previsiones, los matices se agrandan a la de comparar la situación griega con la española. Hay diferencias claras entre una y otra. Una, el PP tiene mayoría absoluta; la derecha griega, no. Eso da a Rajoy un margen de maniobra que Samaras no ha tenido. Dos, los socialistas griegos están al borde de la desaparición, pero los españoles no. Es decir, que el Pasok ya no cuenta, mientras que el PSOE sigue siendo una pieza fundamental del juego político. Tres, la crisis y los recortes han ido bastante más lejos en Grecia que en España. Y con ellos, la radicalización y la desesperación de una parte importante de la población.

En cambio, la batalla política que se dará de aquí a sus respectivas elecciones no será muy distinta. De un lado, las fuerzas políticas instaladas tratarán de convencer al electorado de que la cosa empieza a mejorar y que lo peor que se puede hacer ahora es apuntarse a una aventura. Del otro, los líderes de los radicales dirán que más de lo mismo equivale a hundirse aún más en la miseria económica y que ha llegado el momento de romper la baraja. Si gana Syriza en Grecia, Podemos afianzará sus posibilidades. Si pierde, Mariano Rajoy mejorará las suyas.

Periodista