En los últimos meses nos hemos acostumbrado con demasiada facilidad al exabrupto y las malas formas en política. Una práctica que hay que desterrar porque la confrontación y la discrepancias forman parte de la normalidad política y democrática, pero nunca pueden sobrepasarse ciertos límites que conducen a la crispación y no contribuyen a solucionar problemas, sino a aumentarlos. En ocasiones, esos límites son inaceptables, como los efectuados por el concejal del PP en Novallas y nada más y nada menos que responsable en la comisión de Cultura de la Comarca de Tarazona y el Moncayo, Eloy Valero. Sus expresiones y comentarios ofensivos hacia sus adversarios políticos, así como sus expresiones violentas, racistas, homófobas y machistas son motivo suficiente para que dimita y deje la vida política. Y si no lo hace, su partido debe obligarle. Es una actitud inaceptable que no admite matices.