La petición de derribo del convento de Jerusalén situado junto a La Romareda ha quedado paralizada. El concejal de Urbanismo, Víctor Serrano (Cs), no quiere meter la pata autorizando una demolición que luego sea irreparable. Y es que un informe técnico advierte que podría ser objeto de catalogación y será la Comisión de Patrimonio la que diga si se debe atender la petición del propietario. Parece raro, no obstante, que un empresario como Juan Fabre, experimentado inversor y con un proyecto definido, se embarcara en una compra a la ligera. La resolución no estará antes de seis meses y habrá que confiar en que esta demora no sea bandeja de plata para otro tipo de operaciones.