Las 20 mayores fortunas españolas poseen tanto como el 30% de la población más pobre, el equivalente a 14 millones de personas. En el último año, esos vips que se arremolinan en la cima de la pirámide de la desigualdad pudieron incrementar su riqueza en 15.450 millones de dólares, para que no decaiga el nivel y marcar distancias, que todo es poco si vienen mal dadas en las próximas tropecientasmil generaciones. A los datos de Intermón Oxfam se puede sumar el anuncio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que calcula en 15 años lo que costará recuperar en España el empleo que había en el 2007 y, por si parece poco, podemos (¡uy!, perdón) incluir las perspectivas de reducción de la población que para el mismo periodo extrapola el Instituto Nacional de Estadística. El conjunto del país habrá perdido un millón de habitantes, casi 60.000 Aragón, por si íbamos sobrados.

Pues de todo esto que se conoció la pasada semana, que se las trae y dibuja un panorama más que oscuro en la organización de una sociedad mínimamente sostenible, apenas han hablado los dirigentes políticos. Los detalles de nuevas tramas de corrupción, los silencios, perdones y el tú más han terminado por acallar cualquier debate sobre asuntos que exigirían la atención inmediata y el análisis de los gobernantes y aspirantes. Quizá por eso, los que no tienen que asumir banquillos podridos pueden dedicarse a preparar la Champions con propuestas para enfrentar lo que hay. Y la afición se lo agradece... en los sondeos. Periodista