El Real Madrid se ha convertido en un problema para Florentino Pérez. Su selección mundial de figuras, cimentada en el visto bueno del PP a una cuestionable recalificación de suelo urbano, vuelve a estar en crisis. Ya lo estuvo la pasada temporada, cuando el equipo fue incapaz de lograr un solo título.

Entonces, como ahora, Florentino Pérez atribuyó lo sucedido a un entrenador poco idóneo. Pero hay más. Del mismo modo que no siempre una casa es un hogar, no siempre 11 buenos jugadores forman un verdadero equipo. Eso es así cuando se contrata sin atender a que los perfiles ofrezcan racionalidad respecto de la posterior distribución de tareas en el campo.

Este presidente ya puede empezar a deducir que los males no se debían a Queiroz, Raúl o Camacho, sino a su propio planteamiento. A las estrellas consentidas no les gusta el sobreesfuerzo; los veteranos suelen perder chispa; las sociedades anónimas multimillonarias que van en calzón corto rechazan la disciplina... Y es el propio Florentino Pérez quien ha llenado al Real de consentidos, de futbolistas que ya lo han hecho todo y de señores que prefieren trabajar moviendo su imagen o su dinero a mover las piernas.