Se ha ido enero pero no se ha ido la cuesta. La llamada cuesta de enero es un tópico del calendario, tan falso como el del rodríguez veraniego de La tentación vive arriba . La cuesta de enero es falsa porque ya se ha demostrado que para la mayoría de la gente dura todo el año. O toda la vida. La vida es una cuesta hipotecaria, con algún falso llano VPO, con la esperanza de las diversas loterías. La deuda viva es la situación ideal, tal como enseña la economía práctica de Estados Unidos, que cuanto más déficit tiene más inversiones atrae. Toda la sabiduría económica de siglos, desde Adm Smith hasta los últimos gurús, se va en averiguar cómo las excepciones se convierten en reglas, cómo casi todo funciona al revés de las recetas, o cómo adaptar las normas a las fluctuaciones de las mariposas. Lo único más o menos estable es el chanchulleo, parmalatismo habitual, que sólo de vez en cuando se desvela. Y que suele tener una cobertura --cuñadeo, compadreo-- del poder político. Arrecian los descontentos con el gobierno peperillo, que persiste en su imperceptible declinar. El que no ha podido cambiar el 4x4 este año empieza a mosquerase con el gobierno, y de nada le valen las promesas bucofaríngeas. El del 4x4 se mosquea, y de ahí para abajo, el descontento empieza a arreciar. El centrismo sin ideas, un poco al albur de las ortodoxias y las modas globales, obliga a evaluar las legislaturas con el baremo de la economía personal. El centrismo neolibleral hace aguas por el abuso de su propio ideario, que se limita a la teneduría de libros, aunque ahora ya no se llame así. De acuerdo, las utopías finalistas eran una brasa mesiánica y condujeron a excesos y aberraciones sin límite. Pero esta econometría minimalista y egocéntrica se pasa por el otro lado. Algún horizonte social ha de haber, aunque sea ínfimo, porque si no toda la angustia recae en los planes de jubilación, que son aburridísimos para las sobremesas.

En este clímax neoliberal todo el esfuerzo se nos va en echar cuentas, en aplicar recetas y fórmulas que al día siguiente ya no sirven para nada. La vida misma es un sinvivir, pero añadirle a ese lastre genético el limitado estrés del balance individual no sirve más que para atosigarnos en vano. Estados Unidos hace tiempo que practica la doctrina del endeudamiento full time . Por algo será.

*Escritor y periodista