El Ayuntamiento de Zaragoza ha presentado sus líneas estratégicas en Cultura. A grandes rasgos, el programa general no presenta grandes novedades respecto a lo que realizó el anterior equipo de Gobierno, de signo político bien distinto. Las principales novedades son que se ha recortado en pequeños pero muy aplaudidos proyectos culturales, como el Espacio Bebé o el festival ZGZ Escena, y que se recuperan los grandes conciertos en escenarios como el estadio de La Romareda o el recinto Expo. El primero acogerá en junio un concierto de Alejandro Sanz y el espacio del meandro de Ranillas uno de los acontecimientos del año, el festival Vive Latino. En ninguno de los dos casos el consistorio es el promotor principal, por lo que el principal mérito se debe atribuir a la iniciativa privada.

El presupuesto público crece ligeramente, de 10,3 a 10,98 millones pero ese pequeño aumento no se refleja en un programa audaz y original, que estimule y promueva la cultura de una forma atractiva. Esta línea continuista está bien, y se debe aplaudir alguna iniciativa en la que se trabaja, como el programa Cultura al raso, que pretende convertir la ciudad en un gran escenario.

Es precisamente la cultura un bien activo en el que se debe apostar e invertir, porque es mucha la rentabilidad que devuelve. Y no solo desde criterios economicistas, sino de otros intangibles pero que son fundamentales para que una sociedad avance. El alcalde de la ciudad, Jorge Azcón, insistió reiteradamente durante la campaña electoral que pretendía volver a poner en el mapa español e internacional a la ciudad de Zaragoza, algo que sin duda se debe hacer. Pero sin olvidar que la cultura también está en las calles, en pequeños espacios, en centros como Las Armas que ahora puede estar amenazado. Una ciudad que ha dado tantos músicos, escritores, pintores o cineastas de relieve mundial debe dar un empujón mayor en su política cultural.