El sistema sanitario alemán ha impuesto a los presuntos enfermos una cuota de diez euros por la visita al médico, y se ha generado una curación milagrosa, porque nada más imponerse este impuesto directo al usuario el trece por ciento de los alemanes que se sentían pachuchos ha alcanzado la salud, sin necesidad de pasar por el ambulatorio del barrio. Esta cuota es algo normal en los seguros médicos privados, novedoso en los servicios sanitarios públicos, y su objetivo no es recaudar más dinero, sino despejar las atoradas consultas de personas que en realidad no necesitan asistencia médica.

Las sanidades públicas se encuentran en bancarrota en la mayoría de los países de la UE. El sistema impuesto por el gobierno socialdemócrata alemán no ha gustado a casi nadie, pero parece que es uno de los pocos métodos para no llegar al gran desastre. Se trata de una medida que no suscita entusiasmos electorales y que es aprovechada inmediatamente por la oposición, por lo que tiene que tomarse por consenso entre los grandes partidos.

En España se acabará imponiendo la cuota. Y estableciendo algún tipo de límites a la asistencia sanitaria pública a los "sin papeles". Abordar este asunto parece como incitar a dejar morir en la calle al que se encuentra irregularmente en nuestro país. No es eso, pero sí llamar la atención sobre cerca de un millón de personas que no pagan cuotas a la seguridad social, pero usan sus clínicas y hospitales. En realidad, la sanidad pública es un seguro sanitario que pagamos los trabajadores, y en este seguro hay cerca de un millón de clientes que no pagan nada. Luego, nos quejamos de que una ecografía tarde tantos meses, y una operación tantos otros, pero los recursos materiales y humanos no son ilimitados. Entre la solidaridad, la racionalización y la justicia habrá que buscar fórmulas. Y sea con este gobierno, o con otro, el ejemplo alemán terminará por ser imitado en los países de la Unión. Y asistiremos a milagrosas curaciones colectivas.

*Escritor y periodista