Está Antonio Alcántara cenando, solo, casi desolado, mirando la tele; de pronto aparece en las noticias de TVE Felipe González, y su presencia logra despertar a Antonio, que suelta algo así como "Vaya labia que tiene este hombre". Cuéntame (La 1) se ha adentrado ya en la modernidad. En plena campaña electoral, con una democracia adolescente, saliendo del negro túnel del franquismo y ese tufo insoportable de alcoba cerrada. La dirección actual de RTVE se ha dirigido a la productora de la serie para advertirle de que no se pase con darle mucho protagonismo al PSOE, en esa etapa en que los socialistas, precisamente, coparon todas las instituciones de España. ¿No quieren protagonismo? ¿Qué pretenden que hagan, mirar hacia otro lado?

La productora ha pergeñado un camino paralelo, que no sé adonde les va a llevar. En el capítulo del jueves, Carlitos, sufre unos ataques de paranoia, cierta convulsión de la realidad, que a mí me tiene completamente indiferente y frío. ¿A qué viene esto? ¿A la excusa para centrar en él la atención y olvidarse de su familia? Ay, cómo pasa el tiempo. Mañana La Sexta y Cuatro regresarán al pasado, ambas para analizar qué sucedió en aquel cutre golpe de estado del 23-F. Évole advierte de que ofrecerá novedades sobre un suceso más estudiado que el asesinato de Kennedy. Yo estoy en ascuas. Vean lo que ha llovido. Desde aquella juvenil democracia a este agotado teatro: el senador Granados cuenta que abandona la política porque le aburre pulsar los botones del voto... Pobre Felipe.