El museo de Lérida devolvió ayer tan solo una parte insignificante de las 111 piezas de arte sacro de las parroquias altoaragonesas que tenía en depósito desde hace más de cien años y que debía devolver por orden judicial. Apenas fueron una veintena las piezas que trasladó en una furgoneta roja hasta el museo de Barbastro donde se expondrán, y son en su mayoría pequeñas piezas de escaso valor relacionadas con la liturgia, como copones, espátulas o candelabros.

Aunque ayer expiraba el plazo dado por un juzgado de Barbastro, el museo leridano (regido por un consorcio formado por la diócesis, el consejo comarcal del Segriá, la diputación de Lérida, el ayuntamiento de la ciudad y la Generalitat) se agarró a las alegaciones que ha presentado para retrasar la entrega. En cualquier caso, las alegaciones no le eximían de cumplir con la orden del juzgado.

Según el museo catalán, el resto de piezas saldrán de Lérida durante los próximos días, para ello se tendrá en cuenta la resolución del concurso de manipulación, embalaje y traslado de las obras por parte de la empresa adjudicataria del concurso convocado por el museo. Entre las que faltan, cinco son de extraordinario valor, como el frontal de Tressera, la arqueta de Buira o la virgen de Zaidín. Se aferran además a lo que consideran una contradicción por parte de las decisiones judiciales que por un lado les obligaba a devolver ayer las obras pero a la vez les daba un plazo superior para presentar alegaciones.

Pero, como indicaba el juzgado, la posición del Gobierno catalán en el proceso es de colaborador y no de parte, sin disponer de la facultad de promover el juicio y con la obligación de aceptar el resultado del proceso, por lo que debería haber devuelto la totalidad de la colección. En cualquier caso, y es una decisión inteligencia para no calentar más los ánimos, el obispado de Barbastro de momento no contempla reclamar la ejecución subsidiaria que contemplaría la vuelta de los bienes aunque fuera mediante el uso de los bienes, aunque sí ha notificado que faltan 90 piezas por volver. Lo que parece claro es que la fecha de ayer marca un hito en una triste historia de litigio y confrontación que empieza a ver el final. Debería ser el momento de recuperar la normalidad y que, con el cumplimiento de la sentencia, algo evidente en un Estado de Derecho, las piezas se exhiban y se puedan visitar en territorio aragonés.

A partir de ahí, el tesón mostrado por las autoridades aragonesas con este patrimonio emigrado debería ser idéntico con muchas otras obra de arte aragonesas que están fuera de los límites de nuestra comunidad autónoma.