Son, probablemente, el patito feo del panorama electoral español. Los españoles todavía consideramos al Parlamento y al resto de las instituciones comunitarias como algo lejano, que genera noticias difusas, y cuya composición y actividad diarias no son algo cotidiano. Este año, además, va a ser la primera vez que acudamos a las urnas en solitario, es decir, que no coinciden con otro tipo de elecciones dotadas de mayor tirón. Quizá por eso la abstención esperada sea alta, y por supuesto mayor que la del 14-M. En éstas, además, el PSOE de Rodríguez Zapatero obtuvo un millón y medio de votos más de los inicialmente esperados, probablemente fruto de la especial movilización de sectores del electorado que ahora no tendrán el mismo estímulo. Todo suma, al final, un resultado electoral más pobre en términos absolutos y relativos que el del 14 de marzo, que sería inmediatamente aprovechado por Rajoy para decir que, tres meses más tarde, don José Luis ha perdido apoyos y respaldo del electorado. Además, cada día que pasa existe el riesgo --creciente-- de que vuelvan ataúdes de soldados españoles. Había que adelantar la vuelta. Y ahí está el anuncio.

*Abogado