Un año después de la explosión feminista del 8-M todo sigue más o menos igual en esta España desigual. Su Constitución, nuestra Carta Magna, la que debería regir la naturaleza de nuestras leyes y la dirección de nuestros comportamientos consagra la igualdad entre españoles y españolas, pero en la práctica las mujeres, en general, tienen menos derechos que los hombres, más obligaciones, e ingresan menos. Muchas de ellas, en especial las amas de casa, solo ganan para disgustos.

Es cierto que el problema es endémico, no solo nacional, no solo causa del machismo ibérico. También es un fenómeno transeuropeo. Siendo la brecha salarial en Alemania, por ejemplo, idéntica a la nuestra, en torno al 23%, y hallándose las trabajadoras alemanas en no mucho mejores condiciones que las españolas en cuanto a calidad de empleo.

En España, y en Aragón, se han tomado algunas medidas, es cierto, y hay que seguir animando al Gobierno central, al autonómico y a todos los partidos políticos a seguir aprobándolas, incluso a aquellos que, como Vox, no reconocen la desigualdad. En el aspecto positivo de la lucha, algunas empresas, un par de centenares en Aragón, están predicado asimismo con el ejemplo, habiendo incorporado a sus protocolos laborales y salariales cánones de igualdad. Pero en el contexto nacional, y de este grave y generalizado problema no son muchas, apenas un puñado.

Hay mujeres con poder, ciertamente, y otras muchas empoderadas, como se dice ahora, pero siguen siendo mayoría las que carecen de poder alguno o actúan por poderes, por delegación, vicariamente, a modo de sustitutas o complementos del poder masculino.

¿Solución? De seguir así las cosas, la brecha, las desigualdades, las injusticias, no va a quedar otro remedio que legislar a favor de la igualdad y vigilar acto seguido por el cumplimiento de las leyes en las administraciones públicas y en las empresas privadas. Eso, si realmente el país, que sigue siendo hipócrita, quiere, de verdad, en serio, mayoritariamente, establecer la igualdad en el mundo laboral.

Si lo único que se busca es el voto, mejor no legislar.

Seguimos teniendo un problema.