Cansados y desanimados, los habitantes de la cuenca minera turolense ven cómo Endesa cierra la central térmica de Andorra, el corazón industrial que ha impulsado el crecimiento del territorio durante cuatro décadas y, ahora, se apaga, sin uci y sin ningún proyecto tangible que asegure el empleo a los trabajadores que formaban parte del sector. Este es el sentir que vive la comarca minera turolense cuando solo queda ya un día para el apagón definitivo. Mañana. Se pone punto final así a algo que estaba anunciado desde hace muchísimo tiempo: que el carbón es una fuente energética en desuso por su alto nivel de contaminación y que, tarde o temprano, se iba a dejar de quemar en España. Las directrices europeas así lo han estipulado y el proceso era inevitable.

La amargura que tienen todos los habitantes de las cuencas mineras es que no se haya planificado mejor esta transición justa que se llama ahora, que no es otra cosa que una reindustrialización como se llamaba en los años 90 cuando ya se hablaba del abandono del carbón. Y por avisos no habrá sido. Las reivindicaciones sobre el terreno empezaron en 1990; en el 94 se hicieron acampadas pidiendo alternativas, y en el 96. En el año 2010 hubo encierros en el Ayuntamiento de Ariño exigiendo futuro para la comarca, en el 2011 más movilizaciones y en el 2012 una huelga de la minería por igual motivo. Pero se llegó hace dos años al anuncio del cierre de la central, nuevas protestas en la calle y el año pasado, por fin, se habla de la transición justa, con visita incluida de la ministra, hoy vicepresidenta cuarta del Gobierno, Teresa Ribera. El problema es que se ha ido otra vez con el tiempo justo y, además, los calendarios se han tenido que modificar por una cuestión de urgencia, el covid-19.

Es cierto que se ha dejado pasar mucho tiempo pero también es verdad que es muy difícil encontrar alternativas para unos pueblos que, en global, reúnen a pocos habitantes al ubicarse en una de las provincias de España más despobladas. Los gobiernos central y aragonés, con el apoyo de los locales y comarcales y los agentes sociales, han ido de la mano en todo este proceso y ahora se habla de que hay 99 proyectos empresariales muy sólidos y vocación de generar empleo estable a medio y largo plazo. Las energías renovables, la eólica y la solar, han arreciado con fuerza en la provincia, aunque sabido es que no generan tantos puestos de trabajo como la central térmica y todas sus empresas auxiliares. Pero es un reto junto a las alternativas que empresas como Samca están impulsando ya en la comarca aragonesa, Además, recientemente el vicepresidente del Gobierno de Aragón, Arturo Aliaga, hablaba de una empresa extranjera que podría crear un centenar de empleos, aunque nada más se sabe por ahora, y el alcalde de Andorra, Antonio Amador, dice que se ha hablado con más de 50 empresas.

No cabe ahondar más en la desilusión de las comarcas mineras y no se debe reblar para no caer en la depresión. La solución debe venir entre todos y hay que lanzar un atisbo de confianza. La premisa es la seriedad y que situaciones pasadas de decepción no se vuelvan a repetir.