Con o sin guindas, relleno o al horno, el pavo forma parte importante de la gastronomía en estas fechas de Navidad y año nuevo. Sin embargo, los nombres que recibe tan exótica como ya para nosotros familiar ave, constituyen un lío y enredo de tal magnitud que por sí mismos podrían explicar cómo se produjo, en los albores del siglo XVI, la primera globalización.

Todo empezó cuando Cristóbal Colón, navegando hacia poniente llegó a las costas occidentales de América, creyendo que se trataba de la India. Por eso a aquellas nuevas tierras les dio el nombre genérico de Indias occidentales, quedando con tal nombre adscritas a la Corona de España.

Y entre las extraordinarias y hermosas aves que allí encontraron, una llamó especialmente la atención de los descubridores hispanos: el pavo. Claro que ese nombre se lo pusimos en España después. Pero vayamos por partes. En Europa era conocido, ya desde el siglo IV a. C. el pavo real (o pavón) originario -este sí- de las Indias Orientales. Así que dada la semejanza del chompipe (que así llaman al pavo en diversas naciones de América) con el pavón, en castellano le acortamos el nombre y lo dejamos en pavo.

Asimismo, siendo familia (como el faisán) de las gallináceas, en Francia dieron al pavo el nombre de 'poulet d´Inde' (pollo de la India). Nombre muy largo que pronto dejaron en d´Inde (de la India), para acabar con el genérico 'dinde' o 'dindon'.

'Turkey'

Más extraño resulta que en inglés al pavo le llamen 'turkey', término que -efectivamente- tiene relación con Turquía. Todo comenzó cuando los turcos conquistaron Constantinopla, en el año 1453, provocando la caída definitiva del Imperio romano. En su expansión, establecieron rutas comerciales a través de África y Europa, siendo uno de sus productos estrella las gallinas de Guinea. Así que cuando los turcos las hacían llegar a los mercados europeos, los ingleses llamaban a estas aves 'turkey cocks' (gallinas turcas). De este modo, cuando los primeros ingleses se establecieron en Norteamérica, llamaron al pavo con el nombre que usaban en Inglaterra para referirse a las gallinas de Guinea: 'turkey'. ¿Y cómo llaman los turcos al pavo? 'hindi', y con toda lógica, pues tras las primeras noticias del Descubrimiento, lo supusieron originario de la India. Pero aquí viene la sorpresa: en un caso paradigmático de reciprocidad onomástica, en el idioma hindi de la India, al pavo le llaman 'tarki'.

Y no menos extraño es el nombre que los portugueses dan al pavo:' peru'. El porqué lo encontramos en el control que Portugal ejerció sobre diversas tierras de la India desde comienzos del siglo XVI. En aquellos dominios portugueses, algunos de los nombres que recibía el pavo real era el de 'piru' o 'peru', y con este último nombre ('peru') siguen llamando los portugueses hoy en día al pavo, así como en Mozambique (antigua colonia portuguesa) llaman 'piru piru' a su tradicional plato de pollo con salsa.

Para finalizar, el nombre científico del pavo es un binomio grecolatino y aglu-glu-tinador canto al sincretismo: 'Meleagris gallopavo'. El primer término referido al héroe mitológico griego Meleagro, cuyas hermanas dizque convirtió la diosa Artemisa en gallinas de Guinea. Y el segundo: gallopavo (nada que ver con gallifante) de origen latino, habla por sí mismo de su significado. Poco diremos del argot, en el que un pavo fue un duro (cinco pesetas) y ahora un euro; poco dinero para pavonearse (hacer presuntuoso alarde) de rico, en unos tiempos en los que la edad del pavo es cada vez más transversal y menos exclusiva de la adolescencia.