Lo que está haciendo Pedro Sánchez para atraer a los independentistas catalanes, tras su reunión con Quim Torra, ya se lo vimos hacer, más o menos, a otros gobiernos anteriores. Sánchez le ha propuesto al president de la Generalitat volver a impulsar la comisión bilateral con el Estado y retirar en el Constitucional el veto a algunas leyes sociales. Además, resucitó en la Moncloa su concepto de España como «país de naciones». Al margen de que no sabemos qué es eso, hay que recordar que Sánchez no siempre ha pensado así. Pero, bueno, ahora está en ese punto, más que en el de organizarse mítines con banderas gigantes de España. Realmente, ahora ya ni comparece. El caso es que Sánchez, aparentemente, se está moviendo. Torra, en cambio, no. Él le ha dicho al presidente del Gobierno que el único camino posible es la autodeterminación. Que insista en el mismo camino que ha llevado a personas a la cárcel, es inaudito. Pero, además, el sucesor de Carles Puigdemont le pidió a Sánchez una solución para los presos y exiliados. Demuestra así que Torra se pasa la división de poderes por el arco del triunfo. El procedimiento es judicial, no político. En todo caso, creo que, por encima de la búsqueda de una solución, el líder socialista está tratando de construir un relato: yo me he movido, lo he intentado, he hecho todo lo que estaba en mi mano, dentro de la ley, y si no hay avances, será responsabilidad de los independentistas. Torra sigue en sus trece y así va a ser. A mí la posibilidad de mantener una interlocución entre ambas partes me parece, sin duda, interesante. Aunque todos hagan como si Sánchez nunca hubiera apoyado la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Lo que me parece realmente absurdo es mejorar las formas, pero mantener las ideas de fondo.H*PeriodistaSFlb