Al tenerle España pavor a su propia Historia Contemporánea, conmemoraciones como la del 5 de Marzo dan lugar a evidentes equívocos, y provocan la santa indignación de no pocas personas para las cuales un suceso bélico del que no salieron victoriosas las fuerzas de la reacción es un contradiós. Porque la Cincomarzada fue siempre una fiesta popular (de las izquierdas liberales y luego socialistas y anarquistas) prohibida durante el franquismo, y lo ha seguido siendo en la última etapa. De hecho, ayer, con sol y buen tiempo, el parque del Tío Jorge acabó petado y por allí desfilaron líderes, candidatos, activistas... y 130.000 personas.

Aquel 5 de Marzo de 1838 pasó que tropas de la facción carlista, seguidores del llamado Carlos V, hermano de Fernando VII y representante de los partidarios del absolutismo, la Inquisición y el Viejo Régimen, intentaron apoderarse de Zaragoza. Pero fueron rechazadas por fuerzas del ejército regular, las milicias liberales y la ciudadanía. Un acontecimiento extraordinario, porque en España, a lo largo del XIX y de buena parte del siglo XX, los grandes movimientos de modernización política y social siempre salieron derrotados. El carlismo, antidemocrático y profundamente reaccionario (que lo del socialismo autogestionario ha sido cosa reciente y extravagante), desencadenó tres guerras civiles, cuatro en realidad, porque Franco contó en el 36 con el concurso de las fuerzas paramilitares de la Comunión Tradicionalista (un partido que todavía existe y que ahora apoya a Vox). Así que, aunque moleste a ciertas personas, la Cincomarzada tiene mucho sentido para quienes la celebran.

Para colmo, el 3 de Marzo ha quedado consagrado como Día de la Memoria Democrática en Aragón. Coincide, ¡ay, madre!, con el aniversario del bombardeo de un Alcañiz indefenso por la aviación de Mussolini, que junto con la de la Alemania nazi pudo ensayar sobre ciudades españolas técnicas de ataque y bombas incendiarias. Con la bendición del Gobierno Nacional, por supuesto.

Bueno, y todavía nos queda el 8 de Marzo. El diablo no descansa.