Las dificultades para formar gobierno son muchas y más profundas de lo que se comenta. Los dos asuntos de los que se habla son la falta de cultura de pactos y los personalismos pero creo que son más importantes otros temas como 1) la confusión ideológica del binomio izquierda-derecha, 2) cierto transfuguismo ideológico y sus virajes y 3) la incapacidad técnica oculta entre ideologías caducas. En el fondo, encontramos un factor común cual es el de que los nuevos partidos no han incorporado ni calidad democrática ni capacidades técnicas ni políticas. Surgieron de la descomposición y la metástasis de los partidos tradicionales pero no los han sustituido ni mejorado, quizá hayan contribuido a una cierta regeneración que veremos dónde llega.

1. La confusión ideológica. Parece que el pacto PSOE-Podemos tiene su sentido sobre una supuesta base ideológica común: son de izquierda. Sin embargo, el ámbito de la izquierda es muy amplio, difuso, confuso y contradictorio. Izquierda se autodenomina la del tiro en la nuca: «izquierda abertxale». «Esquerra» se dicen los que pretenden poner líneas de separación y designar a los buenos y a los malos ciudadanos y tratan de imponer, desde una minoría y saltando las normas democráticas, su ideas a una mayoría. Asuntos todos ajenos a la igualdad y al internacionalismo, eso que ahora se llama y se valora como de sin fronteras. Aquí, alguna izquierda quiere poner fronteras. Por otra parte, la forma más sutil y efectiva de liquidar el Estado del bienestar es hacerlo inviable y algunas propuestas que se oyen, con envoltorios progresistas, están en esa tarea. Creo que hay una nueva categoría de izquierdas: la izquierda reaccionaria.

2. Alguno de los nuevos partidos surgen con una justa crítica a la clase política del momento. Pero también a la Constitución y a Europa. El régimen del 78, ¿nos acordamos? Cierto que Aznar tardó años en encontrar las virtudes a la Constitución pero es que en el caso que nos ocupa no han pasado ni dos días para observar un viraje ideológico en las ideas y las propuestas y lo que suscita tanto asombro como recelo, es el paso de la anticasta a la casta. Primero los sillones y luego los programas. En todo caso, bienvenidos al reino de una cierta cordura y sensatez.

3. Una de las razones del éxito de nuestra Transición y consolidación democrática y asentamiento en el escenario internacional, en el último tercio del siglo XX, fue debido a que las fuerzas que impulsaron la lucha contra la dictadura, básicamente de orientación comunista, disponían de cuadros, personal preparado en sus ámbitos profesionales, sindicales, ciudadanos y políticos que se pusieron principalmente, y en paralelo a la crisis del PCE, al servicio de las políticas del PSOE. Hoy estos cuadros no abundan. Los partidos han ahuyentado a muchas personas profesionalmente valiosas y en el ámbito de la izquierda del PSOE, se han sustituido las capacidades técnicas por el activismo; racionalidad por ideología trasnochada. Cuando esto se ha traducido en políticas concretas, como ha sido en los llamados «ayuntamientos del cambio», se ha saldado en ocurrencias que la ciudadanía las ha sancionado dándoles la espalda. Digámoslo claro: no sintonizan ni de lejos con la ciudadanía y esto supone un grave riesgo para un Gobierno conjunto. Y si alguno ha resistido es porque ha hecho lo contrario de lo que decían, como en Cádiz. Para ese alcalde la participación en procesiones o vender armas a Arabia Saudí formaba parte de los intereses de sus vecinos. Se es revolucionario en lo general pero otra cosa es en lo concreto, piensa su regidor. Cinismo puro.

Llegados a este punto ¿es posible que fuerzas con trayectorias y características tan dispares puedan llegar a un programa común y desarrollarlo? Lo veo muy difícil. ¿Es un problema de falta de cultura de pactos como dicen? En mi opinión en absoluto. En España, en ayuntamientos y comunidades autónomas, se pacta y mucho.

Creo que en estos momentos estamos padeciendo un problema de inexistencia de un proyecto común como país y esto pone sobre la mesa un cúmulo de divergencias. ¿Cómo sentar en un Consejo de ministros a alguien que dice que en su país hay presos políticos? Seguramente la unidad territorial sea una de las cosas que con mayor determinación defienden todos los países ¿cómo desde un puesto de ministro se puede llegar a tener dudas sobre este asunto?

Las posibles nuevas elecciones son un fracaso pero el escenario que tenemos hace muy difícil crear un Gobierno homogéneo y con coherencia. Como consuelo, quizá sirvieran para que la ciudadanía valorara la contribución de los nuevos partidos, de derechas y de supuesta izquierda, a nuestro sistema político y ayudaran a algunos a aterrizar en el mundo real.

*Universidad de Zaragoza.