El CIS otorga al PP el título de partido ganador, con un 27,5% de los votos. Luego, el PSOE con un 23,9%, y Podemos con un 22,5%. Las cifras generan ardor, estupor y crispación entre los dinosaurios socialistas y populares que se resisten a aceptar que estamos, por fortuna, ante el final de un periodo como el Cretácico tardío, en el que solo sobrevivieron los saurios que ya habían evolucionado. Aceptar el principio darwiniano del adaptarse o morir no cala en los grandes monstruos políticos encarnados en individuos como Floriano o Cospedal que afirman que "determinados experimentos no van a ser apoyados cuando los españoles depositen su voto porque volverán a apostar por la estabilidad" o que "son un peligro para la democracia". Peligrosos son los que venden transparencia y control para luchar contra la corrupción y luego dejan escapar a sus corruptos con indultos encubiertos como el concedido a Matas. Muy buena, Bermúdez de Castro, su defensa de una política más estricta y transparente en materia de contrataciones como herramienta política de anticorrupción, pero consiga que su partido y su partner, el PAR, entren en razón y olviden esa enmienda a la Ley de la Función Pública con la que pretenden blindar los cargos puestos a dedo, 150 de libre designación, que mantendrían la categoría máxima cuando lo justo sería que volvieran al nivel anterior a su nombramiento. ¿Así corrigen los desórdenes de la función pública, discriminando y pervirtiendo de nuevo el sistema? Periodista y profesora