Firmo estos días en la Feria del Libro de Madrid bajo una solana que hace arder El Retiro, pero hay autores que, bien por autodefensa contra el bochorno, bien por nostalgia, lo transfiguran en un paisaje de fríos lagos y helados neveros... o, en la imaginación de José Luis Garci, en el bosque de Sherwood.

El director de cine se mantiene en una forma envidiable y luce sonriente y en paz consigo mismo porque acaba de terminar su nueva película, El Crack 3, que llegará a las pantallas en otoño. En la Feria madrileña firma sus interesantes ensayos sobre el mundo del cine, más un relato encantador, un ejercicio de memoria titulado Robín de los bosques (Robín, con acento), editado en la colección Snacks de Reino de Cordelia.

En sus bellas páginas, ilustradas por fotogramas de la histórica película Robin de los bosques, de Michael Curtiz, protagonizada por Errol Flynn y Olivia de Havilland, Garci recuerda el impacto que le produjo su primera visión, allá por los años cincuenta, en aquel Madrid en blanco y negro que se inundaba de color (de technicolor), en el momento en que se hundía en la butaca de un cine y se dejaba inundar por la fuerza de las imágenes.

En el cuento de Garci, los preparativos para ir al cine, la elección del día y de la compañía, la compra de entradas y la asignación de butacas por los acomodadores, más el ambiente y los olores de la sala, las colas para las palomitas, los grandes carteles y afiches de héroes del séptimo arte, todo dato y detalle sensible en contacto con aquel niño/espectador que fue Garci vestido de domingo y repeinado con colonia Álvarez Gómez se depositaban automáticamente en la caja mágica de su memoria. Para, a la hora de recuperar el tiempo perdido, que el arco y las flechas de Robín (siempre con acento), sustituyeran con el mismo o parecido efecto a la magdalena proustiana.

Las escenas de Robin de los bosques quedaron grabadas en los recuerdos del director con aquellos verdes y grises del bosque y castillo de Sherwood. La acción y seducción de la película, su ritmo y pasión, la crueldad de los malvados y el heroísmo de los proscritos iluminaron su infancia y educaron su sensibilidad. Un hermoso cuento sobre una gran historia.