Anna Erra, diputada de Junts per Catalunya que, defendiendo el programa de la Generalitat, 'No em canviïs la llengua', animó a no utilizar el castellano cuando el interlocutor por su aspecto físico o por su nombre no pareciera catalán, es alcaldesa de Vic desde el 2015.

Esa ciudad que, en el verano del 2018, cada tarde cuando el reloj del ayuntamiento marcaba las ocho se repetía por megafonía un mensaje, consensuado con la ANC, Òmnium Cultural y los CDR, animando a sus vecinos a no desviarse de la causa independentista. El anuncio municipal venía precedido por un toque de campanas al estilo histórico del Somatén. Es la misma ciudad que en las elecciones del 2007 y el 2011, el partido xenófobo Plataforma por Cataluña con Josep Anglada al frente obtuvo alrededor del 20% de los votos y la segunda posición.

Vic tiene una población de unas 44.000 personas con más de un 20% de emigración reciente, fundamentalmente magrebí y subsahariana, que respondió al efecto llamada de las empresas de la comarca que necesitaban mano de obra en sectores como el de los mataderos o la construcción. En el 2010, la coalición de gobierno del ayuntamiento, formada para hacer frente al partido de Anglada, acabó adoptando parte de sus postulados, y no empadronando a los emigrantes sin visado, denegándoles así el acceso a la sanidad, la educación y los servicios sociales. Al año siguiente, en plena ebullición del mensaje antiinmigración, llega a la alcaldía de Badalona Xavier García Albiol, con un discurso mucho más radical del que tenía el Partido Popular a nivel nacional en temas migratorios.

Plataforma por Cataluña fue pionera del populismo identitario y antielitista, amigo de los términos «casta política podrida». En el 2019, los restos del partido que era aplaudido por las calles de la ciudad fue absorbido por Vox, heredero en el aprovechamiento del mismo conflicto, autóctonos contra foráneos.

Da igual, primero los de casa que el America first de Donald Trump. Siguiendo las declaraciones de la actual alcaldesa de Vic, parece que la casa se hace cada vez más pequeña, la identidad más cerrada y el rechazo a la diversidad cada vez mayor.

Uno de los biógrafos de Anglada, según El Confidencial, manteniendo el anonimato ya avanzó que el día que «en Vic la gente empezara a cambiar el fuera los moros por el fuera los charnegos, fuera el PSOE y fuera la Sánchez Camacho (expresidenta del PP catalán) sería el principio del fin de Anglada y su partido».

No se puede entender mejor los riesgos de complicidades en la defensa in extremis de la identidad nacional.