Una de las páginas más negras de la literatura española sigue estando protagonizada por el fusilamiento en Granada, en el verano del 36, de Federico García Lorca. Para entonces, el poeta andaluz estaba consagrado ya como un verdadero monstruo de las letras, de la poesía y de la escena, aclamado por poemarios como Poeta en Nueva York o Romancero gitano, y por éxitos teatrales como Yerma o Bodas de sangre.

El escritor y periodista Víctor Amela se ha inspirado en esta tragedia y en este misterio para componer una novela que reconstruye los últimos días de Federico en Granada. Yo pude salvar a Lorca (Destino), su título, alude al comportamiento, al compromiso o a la delación de algunos testigos del momento que conocieron al poeta y que, bien pudieron salvarlo de las levas de fusilados a cargo de las negras cuadrillas de los falangistas, bien contribuyeron a precipitar su fin señalando el lugar de sus pasos y el tiempo de sus supuestas culpas. La de ser republicano, por un lado; la de ser homosexual, por otro.

Rica de casa, la familia Lorca disfrutaba de fértiles tierras en la vega granadina, tanto que, al decir de los envidiosos, rentaban dos cosechas por año. El padre era conocido por tratar bien a sus jornaleros, y por pagarles más de la cuenta, perjudicando así a los hacendados. Era amigo, además, de un socialista célebre, Fernando de los Ríos, culpable de tantas reformas y del advenimiento de los rojos... En cuanto a Federico y sus amigos, ¡qué decir!, daban que hablar, eran la vergüenza, piedra de escándalo.

Cuando la presión sobre los Lorca hizo abandonar a Federico la Huerta de San Vicente, el poeta se refugió en casa de un colega suyo, Luis Rosales. Artista, joven creador de versos nuevos a quien Federico acababa de conocer, estableciéndose entre ambos una rápida amistad. Pero Lorca no estaba seguro. Los hermanos de Luis eran falangistas. A casa de los Rosales acudían con frecuencia mandos del yugo y las flechas. Luis aprovechaba sus informaciones para salvar a amigos republicanos amenazados por las fuerzas paramilitares del golpe, pero nadie puso salvar a Federico.

Una novela dinámica, intensa y bien documentada sobre esta tragedia.