En estos atípicos tiempos de pandemia y desinformación, muchos españoles van conociendo a sus nuevos ministros a golpe de coronavirus.

La mayoría, ni tiempo había tenido para colocar a sus asesores como personal de confianza (bueno, sí, esto fue lo primero que hicieron). No habían elaborado ni presentado aún sus planes, proyectos, presupuestos, cuando hace mes y medio estalló la gran crisis y a partir de entonces sus comparecencias estuvieron condicionadas por el estado de alarma.

Ha sido el caso de la gallega Yolanda Díaz, nueva ministra de Trabajo, miembro del PCE. Desconocida en la política nacional, es miembro de Esquerda Unida, estrecha colaboradora de Alberto Garzón e íntima amiga de Pablo Iglesias e Irene Montero.

La campaña gallega la hizo con el bebé en brazos. Como Carolina Bescansa o la propia Montero.

Ya sin niño, hace unos días comparecía como ministra para anticipar a millones de españoles mayores de edad que sus industrias, empresas, oficinas, productoras, compañías o establecimientos relacionados con el turismo, el ocio, la cultura, la navegación marítima o el aerotransporte, entre otras muchas actividades económicas, no volverán a levantar la persiana hasta final de año y, aún entonces, «con enormes dificultades». Empresarios, trabajadores, pilotos, poetas, camareros, editores, actores, cantantes, pescadores, azafatas, traductores, tramoyistas, ensayistas, payasos, impresores, libreros, distribuidores, novelistas, recepcionistas, socorristas, chefs, cantantes de ópera y dj’s se quedaron helados frente al televisor y el amargo gesto de la ministra Díaz.

La declaración de la tercera guerra mundial no habría causado mayor pánico en estos confinados e hibernados, hasta el invierno, sectores. Dicho eso, la señora Díaz no dijo nada más.

No adelantó qué harán el Gobierno y su ministerio para paliar semejante desastre, no avanzó plan, diseño, subvención ni presupuesto ninguno. Tampoco, que se sepa, ha dimitido.

¿Se puede hacer peor? Pues sí. Repasen, si no, las últimas declaraciones del nuevo ministro de Cultura.