Me preguntaba ayer una buena amiga, que qué opinaba acerca de la última hazaña del tal Carod, que se ha entrevistado al menos dos veces con dirigentes de ETA con el fin, según se cuenta, de obtener una moratoria homicida en los países catalanes. Y me lo preguntaba con una cara de pasmo y sorpresa que decía muy a las claras cuál era su propia opinión. Pues qué quieres que te diga, le contesté: este tipo es un iluminado, que se cree investido de potestades divinas para solucionar --parcialmente-- lo que el Estado español lleva años intentando, sin haber logrado la erradicación de los terroristas. Y continué: en el fondo, revela que no es un demócrata, sino un totalitario, pues se cree superior a los demás ciudadanos. Pero el problema no está sólo en él, sino en el sistema. Y a las pruebas me remito: después de la solución cobarde que ha pactado con Maragall, miles de personas le aclaman y anuncian que le votarán para que ocupe un escaño en el Congreso de los Diputados. Recuerdo especialmente a una familia afectada por el atentado contra el cuartel de la Avenida de Cataluña, amigos de casa desde entonces. Supongo que les da lo mismo Ternera que Carod.

*Abogado