Soy uno de los zaragozanos que han dejado correr los recibos del ICA, a ver cómo acababa la cosa. Supongo que ahora habré de abonarlos, tanto si quiero como si no, porque el Constitucional ha dicho que la cosa es legal y que no existe doble tributación pues los dos impuestos que nos enjaretarán con efectos retroactivos (del año pasado) no son lo mismo... aunque son igual. Pues vale.

Ya he dicho varias veces que Zaragoza iba a tener que echar una mano, necesariamente, a otras localidades más pequeñas para que puedan depurar sus vertidos. Pero eso debería haberse acordado en un contexto de claridad y transparencia, no en medio de las sucias tinieblas que han rodeado en la capital y en toda la comunidad este tema del tratamiento de las aguas residuales. Sabemos que tal asunto, quizás por su propia naturaleza, ha estado empapado en mierda casi desde el primer segundo. Pero nada ni nadie ha pagado precio político o judicial alguno. Una sanción fiscal al exalcalde González Triviño y nada más. La investigación parlamentaria sobre el Plan de Depuración que supuestamente debía cubrir todo Aragón no ha servido para nada. Por un lado, buena parte de los grupos presentes en las Cortes prefieren correr un tupido velo (el PAR por su protagonismo en el caso, PSOE y PP porque han sido o son socios de los regionalistas); por otro, los más interesados en iluminar la escena no han sabido o no han podido encender los focos.

Por eso lo del ICA escuece. No solo porque se trata de otra carga tributaria, sino porque simboliza la forma en que, al final, las comisiones, las facturas falsas y todos los apaños acabamos pagándolos a escote. Y sin rechistar, no sea que nos veamos incursos en delito de lesa constitucionalidad. Tiene guasa.

Como la tiene, y por eso suelo acoger el tema con algún aspaviento, que ZeC, y por extensión Podemos, salga trompicado de sus infantiles intentos de redimir al contribuyente cesaraugustano y ejecer de justiciero. Al final, los únicos que nada tuvieron que ver con el barullo se van a comer el marrón. Vaya.