Hace 4 semanas en este periódico publiqué el artículo La mendacidad de la derecha. La idea clave era que la libertad de elección de centro educativo era un camuflaje de la segregación socioeconómica, adoctrinamiento religioso, clasismo en muchos centros concertados católicos. Es cierto que en otros de estos no ocurre, como el Buen Pastor, la Anunciata, Santo Domingo de Silos, al escolarizar muchos inmigrantes, gitanos o acnes.

Profundizo en la segregación escolar (SE) por su extraordinaria importancia, ya que la sociedad suele ser un reflejo de su escuela. Este periódico de 17-5-2007 dedicó el tema del día a la educación. Hablaban padres: María, nombre supuesto, acudió con un chaval de cuatro años. Podría ir al cole desde hace un año, pero está en casa porque solicitó dos centros públicos de la Jota, «La Estrella y el Hilarión», al lado de su casa, y le dieron Tenerías. Enseñan inglés, tienen muchos medios, pero renunció a la plaza. «Ese colegio es la ONU y yo no lo llevo allí, aunque sea bilingüe o trilingüe». María asume que no es políticamente correcto. Otra madre también es veterana en la queja, porque su hijo, de tres años, no pudo asistir a ninguno de los colegios solicitados. Pidió entre privados y públicos: «Jesuitas, Marianistas y el Eliseo Godoy». No hubo suerte. En la segunda vuelta le tocó el Recarte y Ornat y decidió llevarlo a un privado, hasta que algún sorteo le adjudique otro compatible con lo que quiere y con su horario laboral.

Y esta situación persiste. El CEIP Andrés Manjón en las Delicias, es un centro público de una vía con unos 200 alumnos de 25 nacionalidades, aunque ya muchos son españoles al haber nacido en España. La mayoría gambianos, aunque también hay un alto porcentaje de Guinea, Ghana, Senegal, Rumanía, Colombia y Ecuador... El colegio ha recibido diversos premios por sus prácticas educativas inclusivas. El 1º Premio a la Compensación de Desigualdades en Educación del curso 2003-2004 del Ministerio de Educación. En el 2012 del Ayuntamiento de Zaragoza el Primer Premio Exdúcere con el proyecto Menuda tertulia, un espacio en Radio Ebro, en el programa Estudio Abierto por su capacidad para reflexionar cada semana, para hacer reflexionar a los mayores, por educarse de adentro hacia afuera.

Según su exdirectora Soledad García García, se propusieron crear puentes entre culturas partiendo de la música y eligieron El canto a la libertad de Labordeta. Con la colaboración altruista de Pepín Banzo para la adaptación musical y de la productora Ingenio realizaron un videoclip. Fue muy positivo. Además de los arreglos musicales lo tradujimos al mandinka, rumano, árabe y aragonés, conservando la literalidad del texto, pero buscando el fraseo musical y armónico… Lo más valioso fue unir voces distintas para defender los mismos valores. ¡Qué labor más encomiable! Su directora actual, Beatriz Abad, con la que he tenido una enriquecedora conversación, me ha dicho que pudiendo concursar a otro centro, permanece en él, porque le resulta extraordinariamente gratificante aquí el trabajo, enriqueciéndole personalmente. Obviamente hay muchos centros públicos que no tienen este alumnado, como el Doctor Azúa o el Cesáreo Alierta en la Romareda.

Al no haber un reparto equitativo del alumnado entre los centros privados concertados y los centros públicos, y como las administraciones educativas ni estatales ni autonómicas toman medidas para corregir tal situación, esto supone un ataque a la equidad educativa. De ahí, la necesidad imperiosa de conocer clarificadores artículos, como el de la profesora de sociología de la educación de la UAB, Aina Tabarini, de título Equidad: la asignatura pendiente.

«La SE significa la distribución desigual del alumnado entre centros de un territorio, por razones de origen o de tipo socioeconómico. Esto supone que nuestra red educativa cuenta con unas condiciones muy desiguales tanto para que los docentes puedan llevar a cabo su labor, como para que los alumnos puedan tener garantizado su derecho a la educación. Supone que, si bien unos centros disponen de una mayoría de población autóctona y con elevados capitales económicos, sociales y culturales, en otros la pobreza y la exclusión social condicionan el día a día de las familias y el alumnado. Y que, si bien en unas escuelas se va escolarizando cada día alumnado nuevo, otros disfrutan de una población escolar estable que permita una tarea educativa de continuidad. Y que en unas escuelas los docentes tengan que hacer malabares para asistir las múltiples necesidades económicas, sociales, emocionales y de aprendizaje de sus alumnos, mientras que otros gocen de entornos familiares estables, con tardes llenas de extraescolares lúdicas y académicas. Es la realidad de nuestra red, que se explica no solo por la segregación urbana, sino que hunde sus raíces en la propia organización del sistema educativo: una doble red, pública y concertada, que no juega en igualdad de condiciones; una distribución de alumnado con necesidades educativas específicas altamente desigual entre centros; un modelo de programación de la oferta que no siempre se basa en criterios de equidad, o un modelo de financiación que no siempre prioriza a los centros que parten de una desventaja. Y en el mantenimiento de esta segregación contribuyen los padres y madres de nuestros alumnos».

*Profesor de instituto