Aragón bien puede presumir de haber aportado grandes talentos a la humanidad, pero, obvia consecuencia de la secular marginación femenina en la ciencia, todos ellos correspondieron históricamente al género masculino salvo rarísimas excepciones, algo que tampoco los nuevos tiempos habían conseguido cambiar hasta fechas muy recientes. Es venturoso constatar que, durante los últimos años, la situación tiende a una clara mejoría, siendo la mujer protagonista de buena parte de las noticias relacionadas con el mundo de la investigación.

La ciudad de Jaca, pequeña en su tamaño, grande, enorme, en cuanto a su contribución social en múltiples aspectos, que ya gozaba en el campo de la Física de un espléndido referente, María Josefa Izuel, suma ahora la presencia de Ana Pardo-Saganta, destacada investigadora en el área bioquímica, cuya labor ha sido reconocida por la Fundación AstraZeneca como figura puntera entre los jóvenes científicos españoles, por su trabajo en el campo de la medicina regenerativa del pulmón. Las enfermedades respiratorias, de carácter crónico y sin tratamiento eficaz, están de penosa actualidad por culpa del tabaquismo y de la contaminación atmosférica, siendo que ya el 91% de la población mundial habita en zonas donde la calidad del aire supera los limites fijados por la OMS, típicos agentes a los que ahora se ha incorporado la fatídica presencia del covid-19, el cual ha supuesto la saturación de ucis y, lo que todavía es peor, del sistema de salud en su conjunto.

Hoy más que nunca, es preciso educar en igualdad y borrar, de una vez por todas, los estereotipos de género aún vigentes y de tan nefastas consecuencias. Bienvenido sea pues un modelo de mujer científica en el que puedan reflejarse las niñas que muy pronto tendrán la oportunidad de iniciar una carrera investigadora.