Antes de que acabe el mes de julio el Ayuntamiento de Zaragoza habrá aprobado una subida del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) para el año próximo que puede alcanzar hasta el 40%. Este importante revolcón en el bolsillo de los ciudadanos viene recomendado por la consultora a la que el Ayuntamiento de Zaragoza encargó un diagnóstico de su precaria situación económica y la medicina que habrá que aplicar para estabilizar las finanzas municipales, medicina que incluye importantes subidas en el recibo del agua y la basura, y ventas de suelo masivas.

La consultora no ha encontrado mejor tratamiento que el jarabe de palo para tapar los agujeros e igualar el capítulo de ingresos y gastos porque, además, la ciudad tiene grandes planes para crecer y desarrollarse. Vistas así las cosas, la extrema carga presupuestaria que van a tener que soportar los ciudadanos se puede ver como una inversión de futuro, pero sería mucho más digerible si fuera acompañada de algunas medidas que obligaran al ayuntamiento a apretarse el cinturón algo más. Pero de esto poco dice el informe. El gasto corriente seguirá siendo el que es y el aprovechamiento de los recursos humanos también, aunque estén sobresaturados.