El alineamiento ideológico es como el chufla-chufla del baturro, un ejercicio de obstinación irracional. Y así, esta semana, los mismos que hace bien poco se encabronaron porque alguien había pintado de amarillo la Virgen del Pilar en el Aneto se quedaron tan tranquilos (incluso felices) cuando la imagen verídica, la que se asienta sobre la columna donde la madre de Cristo vino en carne mortal, apareció con un manto falangista. En cambio, a algunos de Zaragoza en Común, que nunca van a misa ni jamás se pasan por el Santo Camarín a rezar un Ave María, casi les da un patatús del disgusto. Lambán, el presidente de la autonomía, fue el único que actuó con notable ecuanimidad: si se puso firme cuando lo del amarillo independentista, menos dejó pasar la humorada rojigualda y rojinegra. En ambos casos quiso poner en marcha la máquina sancionadora. No dejó satisfecho a nadie.

El caso es que Javier Lambán está cumpliendo todo lo que puede. Y las personas moderadas y ordenadas deberían reconocerlo y valorar su gestión. Pero no, en cuanto pueden desprecian sus logros. Ojo al dato: Ha traído (en medio de la tempestad secesionista) un buen lote de las piezas de Sijena, cuyo retorno tanto importaba al Aragón-Aragón. Ha rebajado mogollón el impuesto de Sucesiones. Ha defendido con denuedo la españolidad de la Tierra Noble. Se movió con rapidez cuando parecía que los gabachos de PSA querían pegarle el tajo a la Opel de Figueruelas. Ha trabajado duro para recuperar el Canfranc y rehabilitar de una vez la estación. Está peleando como un jabato para que Endesa no se despida de Andorra a la francesa, y meta pasta y proyecto para compensar el cierre de la central. Ha montado una estrategia aprentemente efectiva (junto a su cuate, el valenciano Puig) para lograr que la Unión Europea se moje con la línea férrea Zaragoza-Teruel-Valencia, y ya estamos más cerca de lograr financiación comunitaria para dicha obra.

Hacía mucho tiempo que un jefe aragonés no les metía tales empujones a cuestiones que forman parte de nuestra frustración secular. Conste además que no le han temblado las piernas cuando de emplazar al Gobierno central se ha tratado. Incluso cuando Sánchez llegó a La Moncloa, que nuestro Javier no se arruga, sino todo lo contrario, ante el Pedro de las Españas.

Sin embargo sigue habiendo personas emperradas en ponerle peros. Precisamente aquellos que mejor deberían entender y celebrar lo que Lambán ha hecho, en particular su resistencia a dejarse arrastrar por los de IU y Podemos a sabe Dios qué aberraciones presupuestarias. Esto solo se explica por el radicalismo que impera en las posturas políticas de los españoles, y quizás por la existencia de un Aragón recalcitrante que aún va en burro por la vía del tren. La gente de derechas, en particular, es la pera. Porque nada le parece bien si no lo hacen los suyos, pero como los suyos, cuando mandan, no hacen nada (salvo recortar)... Pues eso.

En fin, al día siguiente del lío que hubo con el mantón falangista de que hablaba al principio, un colega de EL PERIÓDICO se fue a la puerta del Pilar a preguntar a los feligreses por lo sucedido. Ante su estupor, muchos contestaban aceptando con naturalidad la ocurrencia de los capellanes y de sus amigos brazo en alto. Para los fieles habituales, que la Virgen luciera colores, insignias y símbolos nacionales (o sea, de lo que se llamó el Movimiento) es lo normal, lo propio.

Así están las cosas, presidente. Este país es muy duro.