Bajo las toneladas de papel y las infinitas horas de información en directo generadas por la abdicación regia, se esconden detalles que, aunque publicados, quizá hayan pasado inadvertidos. Por ejemplo, repasar la lista de los elegidos para conocer con antelación las intenciones del Rey. Entre quienes recibieron tan privilegiada comunicación se cuentan destinatarios obvios, como el presidente del Gobierno, el líder de la oposición --otro cesante--, los presidentes del Congreso y del Senado, los responsables del Tribunal Constitucional y del Supremo, los representantes de las organizaciones empresariales y sindicales mayoritarias, incluso el coordinador de la republicana Izquierda Unida... Pero cuentan las crónicas que, antes de grabar el vídeo en el que nos explicó las razones de su adiós, don Juan Carlos tuvo la deferencia de telefonear también a algunos jefes de Gobiernos autonómicos. En concreto, a los de Cataluña, País Vasco y Andalucía. ¿Por qué solo a estos tres? Los motivos no han trascendido y sabido es que el monarca no acostumbra a someterse a las preguntas de los periodistas, más allá de compartir con ellos su proverbial campechanía. Se trata, sin duda, de un hecho menor, pero que de algún modo revela la insoportable levedad de la que muchas veces es víctima Aragón. Claro que, para chulos, nosotros. Contra agravios de este y de mayor calado, cabe la originalidad. Solo así se explica que hayamos agigantado a un personaje como Agapito Iglesias, capaz de robarle portadas al mismísimo Rey de España. Periodista