La libertad de expresión se ha convertido en la dama más codiciada, parece esa muchacha a la que hay proteger para que otros no la maltraten y bajo su amparo cometer todo tipo de tropelías, excesos que son un cóctel molotov resultado de la ignorancia, el cabreo y un cierto aburrimiento que invita a vivir deprisa, sin normas y con la certeza de que en esta vida que viene y va hay que ser el más guapo, el más valiente, el más 'outside' de todos los 'outsides', aunque no se tenga ni idea qué significa ser un 'outside'.

Y así en nombre de la libertad de expresión queman tu portal; en nombre de la libertad de expresión maldicen a tus hijos y a tus padres; en nombre de la libertad de expresión se burlan de la parte de tu vida que resulta más apetecible y vulnerable; en nombre de la libertad de expresión te perturban, pero hay que aguantar: ellos protegen a la libertad de expresión y pueden y tienen que actuar así, porque esas son las consignas que les han dado y que les hacen libres para proteger a la libertad de expresión, de la que anteayer ni siquiera habían oído hablar. Pero eso poco o nada importa. Lo importante es hacer ruido, mucho ruido, todo el ruido posible. Lo importante es quemar contenedores, muchos, hasta que las llamas alcancen el cielo de la ciudad que es gris y violento. Lo importante es joder por el simple hecho de joder y quemar árboles y tirar adoquines contra los escaparates de las tiendas, de los coches y contra la dignidad de las personas, millones, a los que las malas actuaciones políticas, policiales y judiciales no nos han convertido en serviles y cobardes aliados de la violencia más gratuita y cruel, la que persigue incluso la muerte para demostrar que en nombre de la libertad de expresión todo está permitido sin necesidad de hablar, cuando la libertad de expresión buscaba justamente lo contrario: hablar para acabar con la violencia injustificada.

Hay ocho letras a la que cada día se les azota con más fuerza, se les azota con tanta fuerza que ya no tienen arquitectura para defender su concepto y valor, y lo más terrible es que aquellos que dicen en las calles, con las caras tapadas y actuando con extrema violencia, que todo lo hacen en defensa de la libertad, Libertad de Expresión, ignoran que somos muchos, millones, los que protegemos a la libertad de expresión y denunciamos que por hablar o escribir nadie debe estar en una cárcel, pero nadie nos puede obligar a vivir en una cárcel cuando la violencia, el odio y el sin sentido se hace dueño de la calle en nombre ignoro de qué LIBERTAD.