Los datos de las listas de espera del Salud, al margen de la tardanza en hacerlos oficiales por parte de la consejería, reflejan el fuerte incremento del último año, pero también el desfase al alza producido desde el 2011. Y entran en el peor escenario posible, en el de la sospecha de no ser creíbles. Pacientes, profesionales y colectivos de la sanidad los cuestionan. No les cuadran. Consideran que están maquillados y que las cifras son superiores. Lo público necesita transparencia, de tal intensidad que no quepa la menor duda de los recuentos oficiales. Si la credibilidad falla, todo se cuestiona.