Cada día que pasa, los datos epidemiológicos en Aragón son más insoportables. También en España, que ayer superó ya el millón de contagios. Los nuevos 910 aragoneses infectados ayer y las tasas de incidencia en las tres capitales dibujan un panorama muy preocupante que obligan a tomar medidas más duras. Las autoridades autonómicas se rinden a la evidencia y deciden confinar las tres capitales de provincia y pasar a la situación de alerta 3 al resto de la comunidad a partir del próximo lunes. Aunque durante meses se negaba la posibilidad de aplicar confinamientos, la realidad es tozuda y los números evidencian que la transmisión comunitaria es mayoritaria y no hay control sobre el virus. No se espera que los próximos días mejore la situación, y mientras se van colapsando las ucis. En este caso, también el Gobierno de Aragón admite lo que vienen denunciando desde hace días los sindicatos sanitarios: que no coincidían los porcentajes de ocupación hechos públicos con la realidad que los profesionales viven a diario en los centros hospitalarios.

Se sigue apelando a la responsabilidad individual, más necesaria que nunca, pero no conviene que esta recaiga únicamente en una ciudadanía que cumple mayoritariamente las normas. Máxime cuando esta recibe muchos mensajes desconcertantes desde hace meses. El último ejemplo, la realización de competiciones deportivas este próximo fin de semana en el territorio de máximo nivel internacional y que mueve una gran cantidad de personas al tiempo que se pide a la gente que se mueva lo menos posible. O cuando se apela a que se limiten los movimientos al tiempo que se animaba a hacer turismo en Aragón. O ver a dos consejeros del Ejecutivo ayer en Cuenca en reuniones presenciales que se podrían hacer de forma telemática cuando prácticamente en el mismo momento se estaban anunciando los confinamientos.

No es momento de buscar culpables ni añadir más ruido del necesario, pero también conviene realizar una autocrítica desde el Ejecutivo autonómico para dilucidar si las medidas que se han ido tomando durante estos tres últimos meses han sido lo suficientemente drásticas. Porque se está viendo que está costando mucho aliviar la dañada economía regional y, lo que es más importante en este momento, doblegar esta curva insoportable que está causando mucho dolor y un grave perjuicio a los recursos públicos. Ayer, por primera vez, se admitió públicamente que se han podido cometer errores, y eso está bien para rectificar y aplicar medidas contundentes. Esto va muy en serio y para que acabe cuanto antes es el momento de que las medidas, por duras que sean, se apliquen con rigurosidad.