Impedir que George Bush vuelva a ser presidente de EEUU se ha convertido en el objetivo del multimillonario, filántropo y filósofo, George Soros. Este inmigrante húngaro, norteamericano de adopción, está convencido de que la política de "guerra al terrorismo" de la Administración de Bush es propia de un Estado militarizado y se utiliza para imponer al resto del planeta los valores, los intereses y la supremacía norteamericana. El método es un error que todos pagaremos. Por eso Soros se ha embarcado en financiar a varios centros de pensamiento, como el progresista America Coming Together (ACT), dirigido por el anterior jefe de gabinete de Clinton, John Podesta, y a organizaciones no gubernamentales, que luchan contra el actual presidente, como MoveOn.org.

HACE UNOSmeses, en vísperas de las Navidades y cuando en EEUU estaba a punto de publicarse su sexto libro, The Bubble of American Supremacy (La burbuja de la supremacía americana), Soros explicaba a la periodista Laura Blumenfeld, en The Washington Post, que la retórica de la Administración de Bush tras el 11-S y la guerra contra Irak --"Quien no está conmigo, está contra mí"-- despertaban en su memoria las frases de los nazis, durante su infancia, en una Hungría ocupada: "Der Feind Hort mit" ("El enemigo está escuchando"). Cuando las alarmas se dispararon en su cerebro, Soros, diseñó la financiación a diferentes organizaciones y ya ha donado más de 15 millones de dólares.

En enero se publicó su nuevo libro sobre la supremacía norteamericana, del que él mismo, en broma, asegura que contiene lo esencial de la doctrina Soros . El financiero que sacó a la libra del SME, cultiva tres facetas bien diferentes en su carácter: la del especulador multimillonario, el filántropo y el filósofo. Su talante, no exento de buenas dosis de megalomanía, lo hubiera dado todo por ser una mezcla de Andrew Carnegie o John D. Rockefeller, y John Maynard Keynes o su admirado profesor Karl Popper. Y desde esta posición tan contradictoria se ha lanzado ahora a denunciar, en plena campaña electoral estadounidense, la manipulación y el uso que Bush hace del trágico atentado del 11-S y las mentiras de guerra contra Irak. Todo ello le ha valido las iras del Partido Republicano, que le acusa de comprar a los demócratas.

Pero junto a Soros hay otros multimillonarios, como Peter Lewis, presidente de una de las grandes compañías de seguros de coches, que han donado hasta 10 millones de dólares, también a organizaciones que luchan contra Bush y su política. (Por cierto, la principal financiadora de Bush en la campaña de las elecciones del 2000 fue Enron, la empresa que suspendió pagos en diciembre del 2001 tras descubrirse el fraude contable más grande de la historia y cuyo presidente es amigo de la familia Bush).

La semana pasada, Soros compartió cartel en la prensa con otras 587 personas, "los más ricos del planeta", ese medio millar de privilegiados que, según la revista Forbes, tienen fortunas superiores a los 1.000 millones de dólares. A la cabeza de estos figura, desde hace más de 10 años, Bill Gates, el dueño fundador de Microsoft, conocido también por sus labores filantrópicas en todo el mundo.

ENTRE LOS587 multimillonarios hay ocho españoles. El primero, en el puesto 33º, Amancio Ortega, dueño de Inditex (Zara), con 9.200 millones de dólares, ligeramente inferior a su fortuna del año 2001. Está también el constructor Rafael del Pino (Ferrovial), los hermanos Carlos y Juan March, Emilio Botín, Esther y Alicia Koplowitz y Rosalía Mera, exmujer de Amancio Ortega. Y por primera vez se incluye en la lista Isak Andic, empresario textil, dueño de Mango, en el puesto 356º, por delante de Alicia Koplowitz y Rosalía Mera.

¿Se imagina alguien a alguno de estos ocho españoles que nadan en la abundancia, criticando al Gobierno de Aznar por mentir en la guerra de Irak, engañar y malgestionar la crisis del Prestige o por denunciar la manipulación electoral del terrorismo? Sólo la formulación de la pregunta resulta retórica. A nadie en sus cabales se le ocurre que alguna de las grandes fortunas de este país vaya a salir en defensa de una opción política u otra, de unos valores u otros. Pero ¿y por qué no?

Tampoco tenemos un mecenas multimillonario de perfil menos conflictivo, como el de Bill Gates, que reparte dinero para desarrollo e investigación no sólo a través de fundaciones (que desgravan impuestos y resuelven problemas de herencia), sino como Soros, de su fortuna personal. ¿Alguien sabe qué tanto por ciento de sus fortunas personales dedican nuestros millonarios a la filantropía, al mecenazgo o a pensar? ¿Por qué si tenemos presidentes que emulan a Bush y quieren ser como él no tenemos millonarios al estilo de los grandes norteamericanos? Seguro que es cuestión de ideas.

*Periodista.