Cuando en España hablas de los jueces, por lo visto lo primero que hay que decir es que respetas absolutamente cualquier sentencia. Es como si a los jueces les hubiera tocado la mano de Dios y fueran omniscientes e infalibles. Yo creía que los jueces consagraban su vida a la ley después de una durísima oposición que les otorgaba el rango casi de por vida, pero en ningún momento he pensado que ni los propios jueces se sintieran infalibles y tan puros como los ángeles. Es como si se hubiera extendido la idea de que lo que el colectivo de jueces y juezas hace o sentencia, va a misa, y nunca mejor dicho. Porque entonces no entiendo por qué hay jueces que se declaran progresistas o conservadores, y no entiendo por qué a los partidos políticos les importa tanto quién ocupe los puestos del Consejo General del Poder Judicial. Si un partido progresista quiere que el profesional que esté en esos puestos sea de su cuerda, será porque entiende que favorecerá sus intereses ¿no? Entonces, ¿por qué siguen manteniendo los jueces y juezas de este país que son absolutamente independientes? Si así fuera, pero de verdad, los puestos del Consejo General del Poder Judicial los ocuparían señores y señoras de nutrido currículum y extensos méritos, no candidatos apoyados por uno u otro partido. Sé que son seres humanos con sus querencias, pero que al final dicen someterse, como todos, al imperio de la ley. Estoy segura de ello, pero esta pugna por ver quién coloca a los suyos en buenos puestos me dice bien poco sobre la independencia de los candidatos. O eso, o hay algo que me estoy perdiendo.

Y para terminar, quiero reiterar que respeto y acato todo lo que ellos digan. Por si acaso.