Ya sabemos quién es el verdadero vicepresidente de Pedro Sánchez: el experto en comunicación Iván Redondo, consejero y jefe de gabinete del presidente. Seguirá siendo el primer Secretario de Estado y el Secretario del Consejo de Seguridad Nacional y asumirá nuevas competencias. Su comité de dirección concentrará el Departamento de Seguridad Nacional y las diferentes unidades de análisis. Estará al frente de los departamentos de asistencia al presidente, los asuntos nacionales, institucionales, internacionales, comunicación con los ciudadanos, la Secretaría General de Presidencia y la Oficina Económica del Presidente.

Se trata, dice Ignacio Varela, de una actualización del valido. Redondo ha sido más discreto que Steve Bannon y eso le ha permitido sobrevivir a sus errores, entre los que destaca la repetición electoral, un fracaso atenuado por el rápido acuerdo con Podemos, el pacto del insomnio. Sabemos de su pasión por series como 'El ala oeste de la Casa Blanca' o que cuando trabajó para Albiol ideó la campaña xenófoba que le permitió ganar la alcaldía de Badalona. Es elocuente que el jefe de gabinete de González y Zapatero, José Enrique Serrano, fuera alguien que tenía el Estado en la cabeza, y que el de Pedro Sánchez sea alguien que tiene muchas encuestas en la cabeza. Redondo estará a cargo de lo que, en un alarde de modestia, se ha denominado Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo, inspirada en organismos de otros países. Es paradójico crear una oficina para pensar de aquí a 30 años y poner de director a un experto en márketing. La descripción permite rescatar una palabra que parecía confinada a las contras de Anagrama: desopilante. «Uno de los grandes problemas de la democracia es el cortoplacismo», dicen: algunas posturas de Sánchez duran menos que la luz de un semáforo. «En la frenética cotidianidad de los gobiernos, lo urgente a menudo eclipsa a lo importante»: la vida es un frenesí, lo decía el clásico. «Esto genera otros problemas como la falta de pensamiento estratégico, de respuesta a la demanda de la sociedad, obsolescencia legislativa, oportunidades no aprovechadas o escasa anticipación, que están en la base de fenómenos como el cambio climático, el vaciamiento rural o la pérdida de relevancia económica para una nación». Es desconcertante que hablen de «los intereses de la nación»: había tantas en España la semana pasada que no queda claro a cuál se refieren. El objetivo parece más comprensible: crear un think-tank del partido con fondos públicos y barnizarlo con una capa de neolengua. H @gascondaniel