La vida política está llena de promesas y de pactos. Algunos de estos son muy evidentes y otros absolutamente invisibles, pero siempre hay motivos que explican algunos misterios aparentes y otros que resultan secretos a voces. No obstante, el ciudadano medio intuye ciertas actuaciones, que aunque no explícitas, hablan por sí solas. Las razones no expuestas promueven las especulaciones, y estas se producen en todos los países, generando un especial clima de opinión, que cristaliza y se visibiliza posteriormente. Estos últimos días, en Estados Unidos y con motivo de la presentación del libro de Hillary Clinton: Hard Choices (Elecciones difíciles), han aparecido las especulaciones sobre su posible candidatura a la presidencia estadounidense. Algunas voces apuntan a que es posible que ya existiera un pacto entre Barack Obama y Hillary Clinton de apoyo mutuo. Mientras, otro segmento de la población apunta a que antes de que termine la legislatura de Obama en 2016, Hillary Clinton ya ha empezado su precampaña hablando precisamente de elecciones difíciles, que en castellano se presta a un doble juego de palabras: elecciones, en alusión a decisiones; y a elecciones (en el terreno electoral). Otro segmento de la población cree que este libro le hace un escaso favor dado que presenta a una Hillary insegura, que duda ante los riesgos. En todo caso, de presentarse como candidata, Obama apoyaría su candidatura como respuesta a un pacto no verbalizado: ella habría apoyado al primer presidente-negro, y él apoyaría a la primera presidenta de EEUU.

En otro orden de cosas, el 24 de febrero de 2009 Obama prometió mejorar el país en tres áreas: sanitaria, educativa y energética. Algunas promesas se han cumplido, como la sanitaria: la educativa se retrasa; y estos días se ha abordado el tema energético con relación a las emisiones, que han aumentado su nivel permitido de 100 a 100.000 toneladas para poder cumplir los requisitos que la CAC (Clear Air Act) exigía y que la EPA (Environment Protection Agency) tendría que controlar y sancionar.

Otro extraño pacto fue la liberación del sargento Bowe Bergdahl (último prisionero estadounidense en Afganistán) a cambio de cinco líderes talibanes que permanecían en Guantánamo. Este hecho generó la sospecha de un pacto próximo a la diplomacia internacional. A muchos ciudadanos les extrañó la permuta 1 por 5, pero no se puede olvidar que la eliminación de Guantánamo es otra promesa por cumplir. Obama, en este último periodo de su legislatura, parece querer cumplir sus promesas y pactos y merecer, de paso, el Nobel de la Paz, del que disfruta desde 2009, año de sus promesas más importantes.

En el panorama español sucede algo parecido. El ciudadano medio no sale de su asombro y de su perplejidad ante las noticias de la esfera pública y política, mientras aumenta la desafección y la desconfianza. Muchos ciudadanos se preguntan por las razones que no pueden comprender, porque nadie ha explicado, y que quizá respondan a promesas o pactos de Estado. En cualquier caso, si los políticos quieren recuperar la confianza de los ciudadanos, deberán dar a conocer sus pactos, cumplir sus promesas y explicar algunos misterios. Profesora de Periodismo de la Universidad de Zaragoza