Con la Expo como meta, Zaragoza y Aragón en su conjunto han situado en el 2008 el plazo definitivo para su gran salto adelante. Las tres administraciones directamente involucradas han llegado a un acuerdo fundamental para hacer posible ese sueño; acuerdo en el que los compromisos del Gobierno central adquieren proporciones inéditas y dejan atadas diversas e importantes infraestructuras que deberán llevarse a cabo haya o no Exposición internacional.

Además de los poderes públicos, la sociedad zaragozana en su conjunto debe ser consciente del reto que se le plantea y de las oportunidades que se abren ante ella. En esta ocasión Madrid se ha empleado a fondo y llega la hora de que sea desde aquí, desde Aragón, de donde partan los impulsos y las ideas que han de cristalizar en la cita establecida para dentro de tres años.

En los últimos lustros hemos visto con envidia (es de esperar que positiva) los logros de otras ciudades y otras comunidades. Muy pronto ha de llegar nuestro momento. La Expo no es sino el pretexto, el detonador de una explosión de creatividad y trabajo que debe producirse incluso si el BIE no nos concede la organización del certamen.