Es la primera vez que veo el mar... ¡es fantástico! --decía Reme entusiasmada--. En mis tiempos, los que trabajábamos la tierra no podíamos ir de vacaciones.

El estado del bienestar todavía no ha llamado a todas las puertas: aún queda un número significativo de personas para quienes la vida no ha cambiado de cara, que nada saben de derechos ni han tenido oportunidad de cotizar a la Seguridad Social; que han alcanzado edades avanzadas y ni siquiera disponen de una pensión o de unos ingresos mínimos garantizados.

Es fácil hablar de justicia, de igualdad, de redistribución equitativa de la riqueza... hasta que, tarde o temprano, la ilusión se desvanece, ahogada en la levedad de otros asuntos más cotidianos. Nuestro consejero de Economía, Eduardo Bandés, ha encendido de nuevo una luz de esperanza. Quiere. Y, quizá, le dejen. En nombre de quienes no tienen voz, gracias por intentarlo: erradicar la pobreza es la mejor empresa, la más digna y solidaria, que pueden emprender nuestros políticos.

Mientras tanto, muchos no pueden esperar y otros, simplemente, han esperado demasiado.

*Escritora