Como ignoro si Gustavo Alcalde es lector de novela policiaca, tampoco puedo saber si habrá o no leído al gran Erle Stanley Gardner.

Más conocido, Gardner, como padre del inmortal abogado criminalista Perry Mason, héroe de innumerables aventuras de ficción criminal y remoto antecedente de Phillip Marlowe (Chandler admiraba a Gardner, y ambos cultivaron una sana amistad). En consecuencia, tampoco sé si Alcalde habrá meditado sobre esta frase de Perry Mason (creo recordar que en "El caso del perro aullador" ): "La multitud no sabe lo que es la lealtad y es poco constante en sus simpatías. En el fondo, un Jurado no es más que una manifestación psicológica de la muchedumbre".

¿Es Gustavo Alcalde un Perry Mason de la política? Si así fuera, habría localizado a Mariano Rajoy a tiempo de clausurar el Congreso Regional del PP-Aragón, pero su olfato no sirvió para cazar esa pista. Rajoy, en lugar de desplazarse a Zaragoza, y apoyar con su presencia al líder regional, tomó carretera de Valencia y se hizo la foto con Camps. En su lugar, mandó a Aragón al devaluado Acebes, quien se limitó a cumplir y a reivindicar lo suyo.

Prueba también de que Alcalde no se parece a Perry Mason es que tampoco pudo descubrir el rastro de Santiago Lanzuela, perdido, es cierto, hace ya un tiempo inmemorial. Ausente, Lanzuela desapareció del organigrama popular, que prescinde así de su caudal presidencial para recuperar, en una curiosa ley compensatoria, al olvidado José Ignacio Senao, a quien Alcalde sí encontró por los pasillos del Senado, para confiarle una asesoría o bicoca.

Con estos mimbres, con la incorporación de Domingo Buesa, que está siempre localizable, más la expulsión de los muchachos de Atarés, y del apóstata mismo, de todo cargo interno, Gustavo Alcalde se ha lanzado a la ignota conquista de la Diputación General, como su horizonte máximo (los mínimos ya los conoce). Pero en su discurso --y volvemos a "El caso del perro aullador" -- no parece haber tenido en cuenta ese carácter mudable o cambiante de la multitud, ese voto que se le resiste y decrece hasta porcentajes contradictorios con su legítima esperanza de gobernarnos algún día.

Y digo que da la impresión de no haber tenido en cuenta los cambios de tendencia porque ni ideológica ni programáticamente incluyó el líder conservador, en su triunfal discurso de reelección, novedad alguna destinada a paliar esas pérdidas. No se pronunció en ningún momento --y, mucho menos, delante de Acebes-- en contra del trasvase del Ebro --principal factor del extravío de sufragios--, por lo que cabe deducir que, si gobierna, y si su partido vuelve a controlar el ejecutivo, procederá de inmediato a activar las paralizadas obras hidráulicas, y a remitir a Valencia y a Andalucía esos dos mil hectómetros a que sus votantes levantinos creen tener histórico, divino o consuetudinario derecho. Alcalde, ya sea por convencimiento propio, por omisión, por servidumbre o conveniencia sigue siendo trasvasista, y desde esa posición es muy difícil romper techos electorales.

Además, don Gustavo tiene que encontrar la pista del PAR, cada vez más borrosa en el bosque de las alianzas. ¿Empezará a leer a Perry Mason?

*Escritor y periodista