El análisis de las consecuencias de la subida del precio del petróleo para las economías domésticas nos lleva a distinguir cuatro impactos que afectan con diferente peso y en plazos diferentes a los bolsillos de los ciudadanos.

Impacto primario: aumento del precio de las gasolinas.

La subida del precio del petróleo crudo hace subir el precio al por menor de las gasolinas que ponemos en nuestros coches, a pesar de que la que nos van a vender en los próximos tres meses fue comprada probablemente hace tiempo a un precio de mayorista muy inferior a los 50 o 53 dólares por barril que vale hoy. Las compañías petroleras, sin embargo, nos pasan de inmediato parte de las subidas del precio del crudo, argumentando que eso es lo que sus existencias valen hoy en el mercado. Con esta operación obtienen una renta adicional, que pueden perder si el petróleo bajara mucho, aunque no es probable que en ese caso bajen mucho los precios al por menor.

EL AUMENTOdel precio de las gasolinas afecta a nuestros bolsillos inmediatamente. Lo hace en mayor o menor medida, según usemos el coche más o menos. Quienes lo utilizan para ir al trabajo o para trabajar (viajantes, representantes, vendedores) sufren más sus consecuencias. Aunque el incremento del precio de las gasolinas para coches particulares y del gasóleo para la calefacción de los hogares va directa e inmediatamente (uno a dos meses) al índice de precios al consumo (IPC), este aumento tiene un peso relativamente pequeño en el cálculo del IPC. Si éste fuera el único impacto del aumento del precio del crudo, la inflación interanual no subiría mucho. Pero no es el único.

Impacto secundario: aumento del precio de los transportes, la pesca y la agricultura.

Recae sobre las actividades que emplean motores de gasolina o diésel y los carburantes entran en los costos de producción y encarecen estos bienes y servicios: transporte urbano y por carretera, barco y avión, así como en los de la pesca y la agricultura. Los productores, naturalmente, tratan de pasarlo al consumidor de estos bienes y servicios, en la medida de sus posibilidades. Las compañías aéreas que tienen un poder casi monopólico del mercado lo repercuten inmediatamente a sus clientes. Otras empresas tendrán más cuidado para no perder mercado. Este aumento de costes lo asume a veces el Gobierno para que no afecte al consumo, pero de esa manera va a tener un impacto sobre el déficit fiscal, el gasto público, la actividad económica y el crecimiento. En tres o cuatro meses los precios de los bienes y servicios que emplean intensamente los derivados del petróleo habrán subido, empujando hacia arriba la tasa de inflación.

Impacto terciario: aumento del precio de las materias primas.

El impacto terciario de la subida del precio del crudo afecta a los productos industriales que emplean como materia prima petróleo o derivados del mismo: pinturas, plásticos (que cubren una gama enorme de productos), materiales químicos, medicinas, tintes, revestimientos, etcétera. El encarecimiento de la materia prima de todos estos productos sube sus costes de producción y en seis meses los empresarios los han pasado a los productos finales y, en la medida correspondiente, al IPC.

A LOS SEISu ocho meses de una escalada sostenida del precio del petróleo podemos esperar un aumento significativo (de 0,4 a 1,0 puntos) de la inflación. Sabido es que el aumento de la inflación nos quita poder adquisitivo, reduce el valor de los ahorros y frena la inversión. Y si nuestra inflación resulta mayor que la de nuestros socios comerciales, como desgraciadamente es el caso, acaba afectando a la balanza de cuenta corriente y a la competitividad exterior de nuestros productos. En 10 meses o un año el crecimiento global de la economía se verá afectado.

Impacto cuaternario: las finanzas públicas.

Si los agricultores, pescadores, transportistas y otros productores consiguen, a base de presiones y movilizaciones, que el Gobierno les subvencione la compra de carburantes, es decir, si consiguen trasladar dicho aumento a las finanzas públicas, el gasto de las administraciones públicas y probablemente el déficit fiscal se verán afectados. Las autoridades tendrán que ahorrar en otras cosas para pagar las subvenciones del petróleo, y mucho es de temer que se ese ahorro se haga, como tantas veces, en los servicios sociales, en la atención a los más necesitados, que suelen tener poco poder de negociación ante los poderes públicos. A la postre, los hogares más pobres se verán afectados.

Otro efecto indirecto de la escalada del precio del petróleo se verá en la bolsa de valores, cosa que también concierne a muchas economías domésticas. Las bolsas se animan cuando hay buenas perspectivas de crecimiento económico y se desinflan cuando éste se frena o se detiene del todo. Hace apenas unas semanas teníamos la impresión de que las bolsas tiraban de nuevo para arriba, animadas por las expectativas de crecimiento de casi todas las economías del mundo. Los sucesos de esta última semana en el mercado del crudo han detenido en seco la ascensión de los valores y ahora están revirtiendo a la baja.

Para todas las personas que depositaron sus ahorros en fondos de pensiones y de inversión éstas son malas noticias, porque afectan el rendimiento de sus fondos. Una vez más los inversores se quedan sin alternativas y pueden verse obligados a dirigir sus fondos a los ladrillos, alimentando esa irracional exuberancia de los mercados de vivienda, que tanto perjudica a las jóvenes parejas que quieren una vivienda.

En resumen, la escalada de los precios del petróleo produce unos efectos directos e indirectos que conspiran para hacer más difícil el invierno a los hogares españoles. Cómo no se darán cuenta los gobernantes del mundo que en una economía tan globalizada, en la que tanto dependemos unos de otros, no hay problema aislado, que se pueda dejar a soluciones egoístas, locales y siempre parciales. Mientras no se resuelvan los problemas de Oriente Próximo, el petróleo nos va a dar continuos sobresaltos.

*Catedrático de Economía de ESADE.