La alcañizana Pilar Maldonado Moya (a la que sus amigos llamamos afectuosamente Pilón), directora de la Casa de la Mujer de Zaragoza, lleva más de 30 años, desde 1982 (dos años antes era ya funcionaria del ayuntamiento, recién inaugurada la democracia municipal, diseñando y poniendo en marcha sus Servicios Sociales), dedicada a la promoción de las mujeres, la protección de sus derechos, y la búsqueda de su protagonismo en todos los campos sociales y culturales. De formación adecuadísima, es diplomada en Trabajo Social, licenciada en Ciencias Políticas y Sociología (especialidad en Psicología Social) y Máster en Relaciones Internacionales.

Discretísima, sonriente, suave aunque de carácter fuerte, activa, incansable. Desde la casa, todo un referente en la ciudad, su pequeño equipo desarrolla talleres de promoción y formación de la mujer, lucha contra la violencia de género, programas, exposiciones, charlas, debates...). Y creó la Casa de Acogida para mujeres maltratadas.

Han celebrado algunos logros: la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral; su gran interés por aprender, formarse y luchar por conquistas sociales; su gran solidaridad; haber conseguido fondos europeos para la formación en oficios en los que están subrepresentadas (vigilantas de seguridad, conductoras de autobús, carretilleras, soldadoras, etc.) lo que les ha permitido trabajar en puestos igualitarios). Y, sobre todo, los procesos personales de muchas mujeres.

En cambio, lamenta su aún pequeño liderazgo; lo difícil que ha sido y aún es luchar con escasos recursos contra la violencia de género; defender la igualdad de oportunidades en ambientes poco sensibles al tema y con prejuicios establecidos; la regresión en muchas conquistas igualitarias ya que la crisis está llevando a una vuelta al rol tradicional.

Qué justos son algunos premios, nos dijimos cuantos, en la venteada terraza del Museo Pablo Serrano, le acompañamos a recibir en 2012 el Premio Sabina de Oro. Pocas veces habíamos aplaudido con mayor entusiasmo.

Y a la vez qué difícil, y qué grato, hablar de su marido, Luis Germán Zubero, tan querido compañero y amigo durante 40 años, vecino de despacho durante lustros, siempre suavemente sonriente, con una palabra amable.

Aunque es mucho más joven que yo, recorrimos juntos muchas trochas, (Escolapios, Letras, tesis, bodas, hijos) y le conocí en un seminario que impartí en 5° de Letras en 1972. Estuvo en Andalán, con la discreción que siempre le ha caracterizado, y sus buenos artículos, sobre casi todo: Aute y Azaña; Costa y Vicéns Vives; Genaro Poza y La Cadiera; la UAGA, la UGT y la CNT, los aragonesismos, la II República, objeto de su tesis, su primer gran libro; la guerra y el franquismo. Y atinadas crónicas de la historia, el resurgir y el evolucionar del socialismo. Con algunos de esos trabajos editó Rolde sus Estudios urgentes.

Compartimos el PSA, tan ilusionados; y cuando él con otros muchos decidieron ingresar en el PSOE, nunca se rompieron los puentes, ni nos reprocharon a los demás la decisión de no hacerlo, ni nosotros a ellos su paso. Puso en marcha experiencias tan hermosas como las Semanas Aragonesas. Y colaboró en la Enciclopedia Aragonesa, con rigor y disciplina. Y asistimos juntos a algunos de los encuentros que organizaba en Pau Tuñón de Lara; o a las tan entusiastas Jornadas de Estudios sobre Aragón que montó Agustín Ubieto. Y hemos colaborado en historias de bancos y en libros colectivos. Vicerrector entre 1986 y 1992, inició lo que hoy llamamos Extensión cultural.

Muy pronto conmigo en Económicas (donde fue vicedecano entre 1993 y 1995), hace ya tiempo es catedrático, en mi misma área. Prepara sus clases con exquisitez y profundidad. Es leyenda lo exigente que es con todos sus escritos: de la demografía al ferrocarril, del vino a la estructura financiera o los orígenes de la expansión inmobiliaria. Empujando los Cuadernos Aragoneses de Economía (que dirigió entre 1992 y 1999), los Seminarios de Historia Económica. Gran especialista en nuestra historia industrial, ha realizado importantes monografías (riegos, electricidad, agroalimentarias, obras públicas), la formación del capital, y sobre la historia de empresas y empresarios, dirigiendo un volumen excepcional sobre el empresariado aragonés. Editó un buen estudio sobre Eléctricas Reunidas de Zaragoza, publicó otro muy creativo sobre obras públicas e ingenieros en Aragón, coordinó el libro conmemorativo de Riegos del Alto Aragón.

Estudió el crecimiento económico regional y comparó diversas regiones económicas españolas; colaboró en destacados libros colectivos (Economía alimentaria en España durante el siglo XX, Historia económica regional de España), y participa en consejos editoriales y congresos, y en importantes revistas científicas. Su gran libro, publicado en las PUZ, una historia económica del Aragón contemporáneo, resume 30 años de estudios.

Catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza