Puigdemont ya no vende. La prueba es que ayer, la noticia de la que hablaba todo el mundo no era de la revocación de su inmunidad, sino de que desde noviembre, quien quiera ir al baño en la estación Delicias de Zaragoza tendrá que pagar un euro. Un euro. Los futuros baños, que pueden ver en cualquier búsqueda, son una especie de spa: mucha madera y mucho flus flus de olor. Según el director general de la empresa que ha conseguido la contrata, el objetivo es que cada visita al baño «aporte unos minutos de bienestar al usuario». ¿Hago yo la broma o es obvia?

En fin, que es verdad que en otros lugares de Europa ya se cobra por este servicio; sin ir más lejos, en la estación de Atocha, en Madrid. Y es verdad que los baños actuales de la estación Delicias están diseñados con poca cabeza (como mínimo). Porque ¿han probado alguna vez a entrar en uno con abrigo, bolso y maleta? No cabes a no ser que te roces mucho con la puerta y las paredes, cosa que nunca apetece hacer en un baño, y menos de estación.

Pero de ahí a convertir las instalaciones en una experiencia de bienestar integral… Es que en la estación de Zaragoza yo no quiero ducharme, relajarme ni oír música. Yo voy a la estación, sorteo como puedo la congelación en invierno y me subo al tren o al bus echando virutas. Porque Delicias no es acogedora, ni un sitio para estar, ni siquiera para dejarte caer por ahí a pasar el rato. Es un lugar al que vas por necesidad. Como al lavabo. Total, que no sé qué éxito tendrán los baños de pago, pero un euro es una barbaridad. Es un baño para ricos. Y si tan buenas son las instalaciones, ya hay quien dice que este año, de vacaciones al spa de Delicias. Por cierto, ¿hay límite de tiempo para estar dentro?