Ciertamente, los límites de la novela negra actual no son clara ni fácilmente definibles (a lo mejor, porque no existen). En los últimos años, se han ensanchado los más estrechos y muy técnicos cánones de la novela policíaca clásica para ampliar los panoramas narrativos actuales con nuevas corrientes realistas unida a la crítica social.

Debido a su vitalidad y amplitud temática, el género negro nos depara constantes novedades y sorpresas.

La última, y muy estimulante, es la novela 'Plot 28' (Prames), de Javier Hernández y Agustín Serra, que esta tarde se presenta en Zaragoza, en el centro de Las Armas.

Se trata de una historia que, en parte, respeta la tradición de los argumentos negrocriminales, con su carga de fatalidad, erotismo y corrupción en el marco de una lucha permanente y despiadada entre el bien y el mal (y de la Expo 2008, en la que se desarrolla la intriga).

Por otro, lado, Plot 28 se rebela a dicho orden técnico, proponiendo otro, u otros esquemas, mejor dicho, muy distintos y revolucionarios en el plano estructural de la narración, abierta a conectividades e interacciones.

¿De qué modo? Con un documental paralelo protagonizado por los actores de la novela pero salpicado de pistas y de fake news. O con muy diversos materiales distribuidos en las redes sociales. O con archivos codificados. Todas estas piezas, junto con las distintas versiones o guiones de una trama que comenzó a redactarse hace años, aspiran a combinar, en palabras de los autores, un universo de ficción trasmedia, una nueva forma de escribir y de leer, una novela trasmedia.

Y lo consiguen, sin duda, porque Plot 28 no se parece, en sus ecos y espejos, a ningún otro libro. Acaso, y muy matizadamente, a Rayuela, de Julio Cortázar, honestamente citada en el texto como pionera en la exploración de universos narrativos que en la época del boom, allá por los años setenta del pasado siglo, no disponían de elementos de navegación como los que en la actualidad permiten soñar a escritores cibernautas como Javier Hernández y Agustín Serra.

Una forma de escribir distinta y muy interesante. La manera futura, tal vez.